domingo, 7 de enero de 2018

HUGO BALZO…….AQUEL EXIMIO PIANISTA ORIENTAL….

Hugo Balzo, en su juventud.-

Fue el 3 de noviembre de 1971, en el interior del Club “Centro Uruguay” de Vergara y en la sala donde se desarrollan los cumpleaños, las recepciones y los bailes.-
Las manos ágiles y delicadas, de aquel hombre semi-calvo, bajo de estatura, un poco “agachado” y con paso cansino para desplazarse, se deslizaban con suma elegancia sobre el teclado del piano.-
Yo tenía 8 años de edad, aun usaba pantalón corto, pero lo recuerdo todo, porque aquella escena, quedó indeleble en mi mente y en mi corazón de niño, preguntón y observador por naturaleza.-
El hombre, vestía un impecable traje gris, usaba sombrero del mismo color y sobre su camisa blanca, portaba una corbata negra.-
Luego de terminado uno de los tantos exámenes de piano, que este señor venía a fiscalizar año tras año a Vergara y desde la década de 1950, acompañado de los músicos: Henri Jasa o Juan Carlos Bustelo, anunció al público presente que iba a tocar él, para disfrute de quienes poblaban la sala.-
Yo andaba jugando con otros chiquilines de mi edad, pero al observar que todos se pararon y aplaudieron con fervor inusitado, corrí a mirar y me “colé” entre los presentes para ver que ocurría….
El pianista, había comenzado a ejecutar una obra y estaba tocando con los ojos cerrados…..
Hugo Balzo ejecutando el piano.-
De puro entrometido, me fui acercando despacito, pie por pie, hasta quedar junto al músico y allí, más que las miradas “de reojo” de mis familiares que me hacían señas de que volviera hasta ellos, me detuvo aquella música bruja, por momentos “violenta” y “atronadora”, por momentos “un mar en calma” y un bálsamo de luz, para el alma expectante y a la vez, invadida por el fulgor de pentagramas y de melodías….
Henry Jasa, a sus 83 años.-
(Enero del 2018)
Cuando el hombre terminó su magistral ejecución, abrió los ojos, miró los míos asombrados por aquella exquisita sensibilidad y recuerdo que me devolvió una sonrisa, cuyo contenido no necesitó palabras, para decirlo todo…..
Ése, era Hugo Balzo, un oriental, que fue afamado concertista de piano y que luego me enteraría por boca de mi hermana Mariel (también ejecutante de piano) que la obra que había tocado era nada más ni nada menos que la Polonesa Nro. 6, opus 53 (denominada la “Polonesa Heroica”) magistral obra de aquel virtuoso pianista polaco que se llamó Fréderic Chopin.-
Ni que decir, que los aplausos se prolongaron por varios minutos.-
No era para menos, porque un visitante de esa naturaleza, con una larga trayectoria a cuestas, que venía una vez por año a Vergara, hoy a tanta distancia de los hechos que narro, comprendo que era un orgullo y un ingente diálogo con la cultura, recibir, escuchar y aplaudir a Hugo Balzo del Buono.-
Club Centro Uruguay de Vergara.-
Sin embargo, fue la última vez, que vino a Vergara. Porque a pesar de sus 59 años, aquel hombre se sentía cansado de los viajes y envejecido prematuramente...
Nacido en Montevideo, un 29 de junio de 1912, hijo de un padre trompetista, que se llamó Miguel Balzo y de una madre que se llamó Juana del Buono (claros orígenes italianos), tuvo un solo hermano, llamado Tulio y es obvio decir, que creció “entre la música”….
A los 8 años de edad, comenzó estudios de piano en el Instituto Musical del italiano Óseas Falleri (ejecutante de oboe) junto a la Profesora Agar Falleri, quien sería su regente y amiga, durante muchos años.-
Ella, había recibido clases en Italia del músico Giovanni Sgambatti, que a su vez había sido alumno del austríaco Franz Listz y como tal, ella, obtuvo título de pianista en 1904, en el Conservatorio “Santa Cecilia” de la ciudad de Roma.-
Hugo Balzo y Prudencio Antúnez, en la cantina del
Club Uruguay.-
(3 de noviembre de 1971)
A los 12 años, Balzo, junto a su Profesora Agar, debutó ante el público, en el Instituto Verdi en un recital, donde tocaron a dos pianos.-
Con 14 años de edad, obtuvo el profesorado correspondiente.-
Su vida, continuó junto a su Profesora, hasta el año 1936, en que viajó a París y allí se radicó para estudiar junto a los compositores: Roberto Casadesus, Isidor Phillip, Nóel Galon, Ricardo Viñes, Mme. Pachamann, Alfredo Casella y Maurice Ravel.-
A su vez en Francia, dio a conocer temas musicales del oriental Eduardo Fabini, del compositor argentino Alberto Ginastera y recibió el premio Leopold Berán, que le fuera otorgado en la ciudad capital de Francia.-
Los inicios de la Segunda Mundial, lo hicieron retornar para el Uruguay, nuevamente.-
Obtuvo un puesto como solista de la Orquesta Sinfónica del SODRE (OSSODRE), tocó en la Argentina en presencia de Manuel de Falla, compositor español y en la década de 1940, realizó un gira por el Uruguay, acompañado de la pianista Nybia Mariño.-

Posteriormente, viajó a Estados Unidos, donde brindó conciertos y en 1945, Agar Falleri, lo nombró Director del Conservatorio, que luego pasaría a denominarse “Falleri-Balzo”.-
En 1948, tuvo que viajar a Berlín, donde le fue entregado el premio “Beethoven”.-
De ahí en más, su compromiso vital, fue con la docencia.-
Profesora Agar Falleri.-
Profesor de Música del IPA, de la Facultad de Humanidades y Ciencias, de Enseñanza Secundaria, Inspector de Música de Secundaria, Director Artístico del SODRE y Presidente de las Juventudes Musicales del Uruguay.-
Además de todo esto, recorría el Uruguay, tomando exámenes a los alumnos del “Conservatorio Falleri-Balzo”.-
Formó a los concertistas de piano del Uruguay: Rubén Chelle, Diana Traverso, Jorge Noli, María Mercedes Luna, José Forcheimer, John Pea, Julieta Nicolini, Susana Frugone, Erison Quintana, María Teresa Chenlo, Manfredo Gerhardt, Carlos Cebro, Elisa Etchepare, Élida Gencarelli, Julián Bello y Eduardo Fernández Cano.-
Parte de sus obras musicales quedaron grabadas en discos SONDOR y en el año 1973, por razones de salud, paulatinamente, tuvo que ir abandonando sus presentaciones musicales.-
Falleció el día 17 de julio de 1982, en la ciudad de Montevideo.-
Una avenida del Prado de Montevideo, lleva su nombre; al igual que un Conservatorio Musical y en el SODRE, la Sala de Conciertos Nro. 2 del auditorio nacional Adela Reta.- 
Profesora Nybia Mariño Bellini.-
Pero no quiero cerrar estas líneas sin antes evocar dos anécdotas que lo tuvieron a Hugo Balzo, como principal protagonista.-
La primera de ellas, en el “Tupí-Nambá” de la ciudad de Montevideo, en la noche del 26 de agosto de 1944, cuando se supo que los aliados, junto a las tropas del General Charlos de Gaulle, habían entrado triunfantes a la ciudad de París y Francia, se veía por fin, libre de los ocupantes nazis.-
Cuenta en sus memorias el historiador: Lincoln Maiztegui Casas, que sus progenitores acompañados de otras amistades se aprestaban a cenar en el “Tupí-Nambá”, cuando entre todos los presentes, comenzó a correr el rumor que Francia había sido liberada…..
Ante la emoción del momento, pudieron distinguir que un hombre joven y robusto, tras pedir permiso a otro pianista que amenizaba la reunión en esos instantes, se sentó al piano e hizo vibrar mentes y corazones, ejecutando “La Polonesa Heroica” del notable Chopin……
Cuando el hombre joven y robusto, terminó de tocar la pieza y se levantó ante el aplauso cerrado del público, sus ojos, estaban arrasados por las lágrimas…..Era, Hugo Balzo, que con sus lágrimas espontáneas y sinceras, contagió a muchos esa noche lejana, dejando discurrir en el tenor de la música, la imagen sagrada, espiritual y bienhechora, de la palabra LIBERTAD…..
Desde sus manos y desde el piano donde floreció aquella, “Polonesa Heroica”, no se necesitaron ni reporteros gráficos ni discursos excelsos, para comunicar a los presentes un hecho de tal magnitud. Una vez más, el hechizo volátil de la música, había exteriorizado aquello tan particular y tan universal, que las palabras y la emoción no podían hacerlo.-
Piano del Club "Centro Uruguay" de Vergara.-
La otra anécdota, fue en 1956, en el Club “Centro Uruguay” de Vergara.-
Balzo, había venido a tomar exámenes de piano y para regresar a Montevideo, tenía un tren que pasaba por Vergara, de madrugada con rumbo a la Estación Central “General José Artigas” .-
Parece que le preguntó a alguien:- No hay alguno que ejecute bandoneón en este pueblo?….
- Claro que hay- le contestó el aludido…
-Bueno, vaya a buscarlo, así matamos el tiempo hasta la madrugada…..
Fueron y lo trajeron a Nicolás Correa Carbajal “El Hijo Correa” o “El Peluquero Correa” (aludiendo a su otra profesión particular) alumno que fuera del Maestro español Jesús Hermelande Santibáñez Lorenzo y que ejecutaba por música: bandoneón, violín, piano y acordeón a piano; mientras que de “oído” ejecutaba guitarra. Un músico completo…
Nicolás Correa Carbajal.-
Balzo desde el piano y “El Hijo” Correa, con su bandoneón marca “Campo”, rodeados de varios mirones, estuvieron hasta la madrugada, tocando todo tipo de música, dentro del género típico.-
Quizá por una elección caprichosa de la Divina Providencia, fue la única vez, que aquellos dos grandes músicos estuvieron frente a frente, en un pueblo perdido del Uruguay profundo.-
Una vez más faltaron las palabras de los asistentes, porque la magia desplegada por la música, selló los labios y embelesó los corazones.-


(Fuentes: Internet y relato de Walter Correa Rocha).-
Texto y retrato de Nicolás Correa: Jorge Muniz.-
Vergara, 7 de enero del 2018.-


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