"EL PUCCIARELLI DE HOY EN DÍA".........
Muchas veces una simple foto, una charla con amigos o una entrevista que divulga un programa de televisión, traen evocaciones de tiempos bastantes lejanos y que yacen dormidas en la mente...
Muchas veces esas evocaciones acerca de la cuales escribo, carecen de alegrías....Pero hay que contarlas, igual. Porque son un pequeño retazo de ciertas identidades que se quedaron colgadas de las ramas de la historia; donde se reflejan el sufrimiento de ser segregado y la sensibilidad de no "adaptarse" al mundo que les rodea......
Hoy, miraba "AMERICANDO" y en la entrevista que le hizo Juan Carlos López, al Sr. Luis Alberto Bentaberry Martínez, me trajo a la memoria por su similitud en la forma de actuar ante la vida, a la de aquel hombre introvertido, místico e incomprendido, que hace muchos vivió en Vergara y que se llamaba: VICENTE PUCCIARELLI OLMOS.-
Tantos años atrás, que según me contaban mis mayores había sido alumno de la Escuela Nro. 13 de Varones, en los albores del 1900 y poco, bajo la dirección del Maestro Arturo Lecuna.-
Su padre fue un inmigrante italiano.-
Para algunos, como Serafín J. García: Julio Pucciarelli; para los registros escolares: Carlos Pucciarelli; que fue albañil, de los primeros tiempos del pago viejo. Que además de haberse dado tremendo golpe al caer de un andamio cuando construían el Hotel de Regino Ledesma (donde hoy es la Farmacia Vergara), su casa, un pobre rancho (donde hoy, tiene la cabaña Jorge Toledo), fue un calvario de dolor, de alcohol y de miseria. Su esposa: Juana Olmos, terminó perdiendo la razón y volviéndose demente, con los hijos entrando a crecer.....
Además de Vicente (el nombrado) el matrimonio tenía dos hijas más: Rosita y Ana, de las cuales contaban que con el varón antes aludido, se disputaban a peleas y a mordiscos, las raciones exiguas que ingresaban al hogar.-
Así creció Vicente Pucciarelli Olmos.-
Casi puede decirse, que no tuvo adolescencia. Fue el escolar que en realidad faltaba mucho a clase o se escapaba por la ventana del local de enseñanza, para ir a darse un baño al arroyo Parao, para abatir pájaros a "hondazos" en el monte pegado al campo del vasco Sarasola, para comer sabrosos macachines o para recoger huevos de teros, bajo el azote alado y barullento de sus dueños...
Fue el niño que hacía "dormir" los trompos en la uña. Que jugaba como ninguno "al tejo", a "la bolilla" y "al sapo" y que cuando se le presentaba el momento no tenía miedo tampoco de agarrar "a pedrada limpia" a los viejos Policías del Comisario Muiño, cuando hacían sus recorridas por las calles del pueblo.-
Cuajó de niño a hombre y tras la muerte de sus padres y la ausencia forzada de sus dos hermanas, se quedó solo en el rancho de su nacimiento.-
En sus mocedades, fue hombre de carnavales, vestido impecable, de traje y corbata.....Pero tiempo después, fue dejando caer su rancho, abandonó la quinta por no matar las hormigas, comenzó a leer la biblia, con singular afán a vestirse de azul o de blanco, se dejó la barba, abandonó el calzado y entró a cruzar a lo largo y a lo ancho, los caminos de la zona....
Se volvió vegetariano, empezó a predicar la paz y la armonía del espíritu y no permitía que en su presencia, fuera sacrificado animal alguno...
Daba largos sermones a quien lo quisiera escuchar. Decía ser el Mesías que había venido para salvar el mundo, salía bajo temporales, con tormentas eléctricas y cayendo granizo, porque quería ver "que iba a hacer Dios con él" y tras las risas de algunos y el rehusar su presencia de otros, se ganó el seudónimo con estigma de pueblo chico: "El Loco" Pucciarelli....
Sin embargo, era un hombre bueno, respetuoso, sin vicios y amante de la soledad.-
Un día, se fue del todo de Vergara....
Reapareció en la zona del Dragón y posteriormente, estuvo trabajando en un arrozal en la zona de "Vargas" (Departamento de Cerro Largo) donde siguió adelante, predicando el Evangelio y dando sermones a todos quienes lo quisieran oír....
Pero sus ocasionales compañeros, seguían "sordos", continuaban llamándole "El Loco" y el mundo, solo hablaba de las secuelas que había dejado la Segunda Guerra y tiempo después, del prolongado enfrentamiento de los americanos con los vietnamitas....
Estaba envejeciendo de apuro, pero seguía adelante con su barba larga, la lectura de la biblia y sus pies descalzos. Indiferente al frío y al calor....
Se fue para la ciudad de Río Branco y levantó una precaria choza a un costado del río Yaguarón, donde cuentan que poco salía de la misma, vivía de la caridad del prójimo y había noches que ya las pasaba insomne y hablando sin parar con "amigos inexistentes".....
Un mañana del invierno de 1983, la Policía, lo sacó muerto de adentro de la choza y de arriba de un triste camastro, donde se habían ido apagando sus días, sin un perro siquiera, como compañero.-
Había culminado el trayecto terrenal de VICENTE PUCCIARELLI OLMOS....Y como si fuera el reverso de una moneda, comenzaba su sueño a la espera de la resurrección prometida, con la conformación de un mundo nuevo, donde ya no habrá ni miserias, ni dolores ni sufrimientos....
Sus huesos aun deben ocupar alguna tumba o algún "osario" sin nombre, en el cementerio de Río Branco.-
Enciendo la luz de mi memoria, avivo el recuerdo y para que no muera esta cuasi leyenda pueblerina, la evoco, a través de estas mal trazadas líneas.-
Sin dudas, que muy similar (por no decir igual) que la vida de místico y de peregrino, que lleva don Luis Alberto Bentaberry Martínez.-
Muchas veces esas evocaciones acerca de la cuales escribo, carecen de alegrías....Pero hay que contarlas, igual. Porque son un pequeño retazo de ciertas identidades que se quedaron colgadas de las ramas de la historia; donde se reflejan el sufrimiento de ser segregado y la sensibilidad de no "adaptarse" al mundo que les rodea......
Hoy, miraba "AMERICANDO" y en la entrevista que le hizo Juan Carlos López, al Sr. Luis Alberto Bentaberry Martínez, me trajo a la memoria por su similitud en la forma de actuar ante la vida, a la de aquel hombre introvertido, místico e incomprendido, que hace muchos vivió en Vergara y que se llamaba: VICENTE PUCCIARELLI OLMOS.-
Tantos años atrás, que según me contaban mis mayores había sido alumno de la Escuela Nro. 13 de Varones, en los albores del 1900 y poco, bajo la dirección del Maestro Arturo Lecuna.-
Su padre fue un inmigrante italiano.-
Para algunos, como Serafín J. García: Julio Pucciarelli; para los registros escolares: Carlos Pucciarelli; que fue albañil, de los primeros tiempos del pago viejo. Que además de haberse dado tremendo golpe al caer de un andamio cuando construían el Hotel de Regino Ledesma (donde hoy es la Farmacia Vergara), su casa, un pobre rancho (donde hoy, tiene la cabaña Jorge Toledo), fue un calvario de dolor, de alcohol y de miseria. Su esposa: Juana Olmos, terminó perdiendo la razón y volviéndose demente, con los hijos entrando a crecer.....
Además de Vicente (el nombrado) el matrimonio tenía dos hijas más: Rosita y Ana, de las cuales contaban que con el varón antes aludido, se disputaban a peleas y a mordiscos, las raciones exiguas que ingresaban al hogar.-
Así creció Vicente Pucciarelli Olmos.-
Casi puede decirse, que no tuvo adolescencia. Fue el escolar que en realidad faltaba mucho a clase o se escapaba por la ventana del local de enseñanza, para ir a darse un baño al arroyo Parao, para abatir pájaros a "hondazos" en el monte pegado al campo del vasco Sarasola, para comer sabrosos macachines o para recoger huevos de teros, bajo el azote alado y barullento de sus dueños...
Fue el niño que hacía "dormir" los trompos en la uña. Que jugaba como ninguno "al tejo", a "la bolilla" y "al sapo" y que cuando se le presentaba el momento no tenía miedo tampoco de agarrar "a pedrada limpia" a los viejos Policías del Comisario Muiño, cuando hacían sus recorridas por las calles del pueblo.-
Cuajó de niño a hombre y tras la muerte de sus padres y la ausencia forzada de sus dos hermanas, se quedó solo en el rancho de su nacimiento.-
En sus mocedades, fue hombre de carnavales, vestido impecable, de traje y corbata.....Pero tiempo después, fue dejando caer su rancho, abandonó la quinta por no matar las hormigas, comenzó a leer la biblia, con singular afán a vestirse de azul o de blanco, se dejó la barba, abandonó el calzado y entró a cruzar a lo largo y a lo ancho, los caminos de la zona....
Se volvió vegetariano, empezó a predicar la paz y la armonía del espíritu y no permitía que en su presencia, fuera sacrificado animal alguno...
Daba largos sermones a quien lo quisiera escuchar. Decía ser el Mesías que había venido para salvar el mundo, salía bajo temporales, con tormentas eléctricas y cayendo granizo, porque quería ver "que iba a hacer Dios con él" y tras las risas de algunos y el rehusar su presencia de otros, se ganó el seudónimo con estigma de pueblo chico: "El Loco" Pucciarelli....
Sin embargo, era un hombre bueno, respetuoso, sin vicios y amante de la soledad.-
Un día, se fue del todo de Vergara....
Reapareció en la zona del Dragón y posteriormente, estuvo trabajando en un arrozal en la zona de "Vargas" (Departamento de Cerro Largo) donde siguió adelante, predicando el Evangelio y dando sermones a todos quienes lo quisieran oír....
Pero sus ocasionales compañeros, seguían "sordos", continuaban llamándole "El Loco" y el mundo, solo hablaba de las secuelas que había dejado la Segunda Guerra y tiempo después, del prolongado enfrentamiento de los americanos con los vietnamitas....
Estaba envejeciendo de apuro, pero seguía adelante con su barba larga, la lectura de la biblia y sus pies descalzos. Indiferente al frío y al calor....
Se fue para la ciudad de Río Branco y levantó una precaria choza a un costado del río Yaguarón, donde cuentan que poco salía de la misma, vivía de la caridad del prójimo y había noches que ya las pasaba insomne y hablando sin parar con "amigos inexistentes".....
Un mañana del invierno de 1983, la Policía, lo sacó muerto de adentro de la choza y de arriba de un triste camastro, donde se habían ido apagando sus días, sin un perro siquiera, como compañero.-
Había culminado el trayecto terrenal de VICENTE PUCCIARELLI OLMOS....Y como si fuera el reverso de una moneda, comenzaba su sueño a la espera de la resurrección prometida, con la conformación de un mundo nuevo, donde ya no habrá ni miserias, ni dolores ni sufrimientos....
Sus huesos aun deben ocupar alguna tumba o algún "osario" sin nombre, en el cementerio de Río Branco.-
Enciendo la luz de mi memoria, avivo el recuerdo y para que no muera esta cuasi leyenda pueblerina, la evoco, a través de estas mal trazadas líneas.-
Sin dudas, que muy similar (por no decir igual) que la vida de místico y de peregrino, que lleva don Luis Alberto Bentaberry Martínez.-
(Foto donde el Sr. Bentaberry muestra sus manos, según él, con las huellas visibles que le ha otorgado la Divina Providencia y habla de su bendición, por parte del Espíritu Santo).-
Texto: Jorge Muniz.-
Vergara, 24 de setiembre del 2017.-
Texto: Jorge Muniz.-
Vergara, 24 de setiembre del 2017.-
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