martes, 31 de octubre de 2017

                    "EL   SOROCABANA  VERGARENSE "..........   

                                                                                                           (2da. Parte)

Entre los habitúes a la CASA ROBAINA, se encontraban también los “viajantes de comercio”, que eran aquellos representantes de los grandes negocios montevideanos y algunos del interior (como por ejemplo, la fábrica de dulce de leche de CANCELA, que era de Pando; la FIDERÍA DEL ESTE, que era de Varela y el Molino harinero, que era de Fray Marcos). Generalmente llegaban en el tren, dado que unos pocos tenían autos particulares. Una vez al mes recorrían los pueblos del interior – en este caso Vergara- levantando los pedidos correspondientes. Estos pedidos, en la generalidad de los casos, llegaban traídos por un enorme camión color naranja, que pertenecía a la empresa de transportes de BARCOS S.A. y el chofer era Raúl Soria, hermano de Lino, que había tenido comercio antes que mi padre, en el viejo caserón de don Felipe Robaina.-
Para ese tiempo, década de 1960, Lino, casado con Ema Senosiain Lucas, estaba radicado en la ciudad de Montevideo, donde proseguía con sus labores comerciales.-
De él contaban que cuando tenía negocio en Vergara, el día que estaba loco todo el mundo se daba cuenta, pues tenía la característica de abrir una sola hoja de la puerta principal….
En otros casos, los pedidos llegaban por tren hasta Vergara y ahí Gregorio Ramos conjuntamente con el secretario que era: Amir Vicente Fleitas Estévez “El negro Capataz”, los alcanzaba a los comercios, en un carro de cuatro ruedas cinchado por un caballo colorado, que a juzgar por el físico (donde se le contaban todas las costillas y vértebras) parecía “El Rocinante” de don Quijote de la Mancha.-
Recuerdo a gran parte de esos “viajantes de comercio”, nombrados al barrer, como: Rega Paladino (que era de Florida); Zamora, Villar, Aldecoa, Pérez, Almitrán y Ganem (que eran de Melo); Mujica, Chírico, Antiga, Javier, Tomás Olivera, Castellón, Iguiní y Ledo Bentos Llano (que eran de Treinta y Tres); Fagúndez (que era de Rivera); González Toriño, Negrín, "El Gordo" Pampillón, "El Pelao" García, Sellera, Amoroso, Oreiro, Formitano y el húngaro Orovich (que vendía piedras de encendedor y cuando se le preguntaba como andaba de salud- porque sufría de asma- contestaba con su clásico fraseo “gringo”: - Pegfectamente, pegfecto -)…..
Estos últimos viajaban desde Montevideo.-
Las personas antes aludidas- los que viajaban en tren- convergían desde la estación de AFE, en los “autos de alquiler” de: Eladio Araújo, de Alberto Barragán, alias “El Sordo”, de “Alfredito” Alvarez, de César Correa Pereira, alias “El Rengo”, de Carlos Batista, de Luis Barragán, alias “El Teru-Tero o El Petiso”, de Alferiano Tizze, a quien llamaban “Garibaldi” o “El Mariscal”(por un gorrito azul de visera, que se ponía para manejar) y posteriormente, en los “autos de alquiler” de “Pedrito” Sequeira, de Walter Moreno, de Roger Scarano alias “El Pollo”, de José Pedro Lucas Zuluaga, alias “El Nono” o de Heriberto Batalla.-
A su tiempo también llegaban al centro de Vergara, en el ómnibus de Aurelio Giroldi o en el “breack” (carruaje tirado por caballos que se subía por atrás) del “Negro” Díaz, que hacían el recorrido hacia y desde la estación de trenes.-
La Empresa ONDA S.A. que hacía la línea Montevideo-Vergara y viceversa, también cuando llegaba a las 19 horas más o menos, tenía su clásica parada frente a la CASA ROBAINA y ahí habían otros habitúes ocasionales que se sumaban a la barra del “Sorocabana Vergarense”.-
Los choferes de Onda, más viejos como “El Pocho” Castro o don Pedro Caraballo, ya conocían de memoria la “Parada Antúnez” en Vergara y muchos de los pasajeros subían en Montevideo al coche de transporte y le decían al chofer:- Señor yo bajo en la “Parada Antúnez”…….
Para ese tiempo la agencia, estaba en la casa de la “Nena” González, quien por muchos años tuvo la representación de la misma.-

                                LOS  ESLABONES  DEL  RECUERDO

Entre los cafés “Águila”, “El Chaná” ,“Cucharita” o “Montesol”; las yerbas “Armiño” o “Sara”; el azúcar “Rausa” contenido en bolsas de 50 kilos o en cajitas con los “terrones” dispuestos para el café; el vinagre “Mariel” (nombre elegido por mi padre, en referencia a mi hermana mayor); el vermouth “Martini Blanco”; las sidras “Sagardua” o “Angélica” (como la mujer de Ramón Ferrada- decía mi padre-); los vinos en damajuanas “Los Andes” o “Los Cerros de San Juan”; los aceites comestibles “El Torero”; “Pizarro”, “Óptimo” o “El Gran Visir”, que venían sueltos o enlatados; los dulces de leche que se vendían sueltos o en bollones y que procedían: de “Conaprole”, de “Treinta y Tres” , el de Pedro Antiga o de “Cancela Hnos.” que eran de Pando (Canelones); las cajitas de lata con "Geniol", los caramelos “Zabala” o “Candel”; los quesos duros y blandos; los orejones, las pasas de uva y las ciruelas; las especias de “La Cosechera”, la malta “Montevideana”; las cervezas “La Rubia”, “Patricia”, “Norteña” o “Pilsen”; las diferentes bebidas: “Bilz”, tónica “Paso de los Toros”, “Bidú Cola”, “Crush”, “Citral”, “Coca-Cola”, “Agua Salus”, “Naranjita Lyda”; las galletitas “Numancia” “María” o “El Trigal”; los fideos “Adria”; los tabacos. “Caxambú”, “Toro” o “Rio Novo”; los libros de papel: “Jaramago” o “Alquitrán”; los cigarrillos: “Plymouth”, “Richmonds” o “Nevada” entre varios más; las cajas de fósforos “Victoria” o “Luna”; la avena “Puritas”; el “Royal”; la creolina “La Buena Estrella”; los jabones "Strauch", “Bao “ o “Veto”; las placas “Lafitte” para los herreros; el alambre para cercar y para “quinchar” de Domingo Mantero y Cía etc . etc. …. Se fue deslizando como sin querer, mi niñez y mi adolescencia, hasta la primera parte de mi juventud.-
Eran los tiempos de los grandes estancieros, cuando pagaban las cuentas con la venta de la lana. Pero también, eran los tiempos de las grandes pobrezas (la otra cara de la moneda) donde mi padre muchas veces repartió alimentos a gente carenciada como: Amancio Techera, "La Chingola", “La Renga” Mirta o el propio “José Teco” (por nombrar algunos) que cobraban unas pensiones por mes, que daban lástima y no tenían sindicatos que los defendieran…..  
Sin embargo las tertulias del “Sorocabana” no decaían aunque fueran estancieros de botas lustradas, viajeros con botines de charol o gente común corriente, peones de estancia, carreros con caballos o lecheros, que andaban de “tamangos”, de alpargatas “Rueda” con una tira colorada para fijarla en la “garganta del pie” o de “pata en el suelo” si estaba lloviendo y el barro era abundante…
De los labios de esa gente, comencé a conocer el “Mundo Viejo” que labraron con el filo de sus existencias: don Máximo Ledesma (el amigo íntimo de “Machurita” García), Ramón Alaniz Lagos, a quien le llamaban “El Indio” (que había ido a la revolución riograndense en 1923 acompañando a Nepomuceno Saravia), el negro viejo brasilero Bernardino Agápito (que había sido esclavo de los estancieros Ramírez), el viejo Benero Andrada (que en 1904 como no tenía caballo, acompañó de a pie, al ejército de Aparicio Saravia en una larga tirada, hasta que logró hacerse de una cabalgadura), el “Mayor Moreno” ( colorado de alma, que había sido “militar de línea” del General Galarza en las revoluciones de 1897 y 1904 y que tres de sus hijos se llamaban: Repúblico, Rivera y Galarza, una hija que se llamaba Blanca Celeste y otro hijo que se llamaba Benicio) el “Canario Don” (irreversible timbero y arador con bueyes en el Arrozal “33”), “El Araña” Mieres (que se llamaba Cándido, estaba emparentado con los Olmos y tenía el oficio de “timbero” y de los buenos) don Francisco Barboza (soldado blanco desde la revolución de Timoteo Aparicio, hasta llegar a ser Comisario de Policía en 1898) don Segundo Oxley (Comandante de Aparicio Saravia en Tupambaé, curandero con “agua fría” y de probado coraje, tras haber capturado al matrero “El Clinudo”) “El Loco” Pucciarelli (con su larga barba, vestido de azul o de blanco, sus pies descalzos y su prédica constante del evangelio) la “Negra Vieja” Brígida (que decían que había sido esclava en el Brasil), Idalina y Francisca Polonia Fernandes (que se vinieron de a pie del Brasil, huyendo de la Revolución Federalista de 1893), la “Mama Goya” Juárez (descendiente de guaraníes y que fue yuyera y partera del pago viejo), el “Negro viejo” Joâo Francisco Da Silva (que había sido criado de don Honorio Zuluaga y que murió con más de 100 años en el “Paso de Píriz”), "La Negra" Isolina Pereira, Clara Martínez de Correa, Cipriana Rodriguez de Rojas, Lucía Díaz de Roldán, María Dávila de Mesa, Graciela Acuña de Méndez y Ciriaca Píriz de Núñez (que eran parteras de fama).-
Escuché comentar de la muerte del polaco Hayeck a manos de Héctor Correa, en el año 1905. De la muerte de Porfirio Martínez “El Firoca” a mano de uno de los Padula-Merlino en agosto de 1915 y que a la llegada de la Policía, rodeaban el cuerpo atravesado en el medio de la calle: Adelaida Méndez “La Toranza” (que era “mujer de la vida”), Eusebio Almada “El Burro” (que había peleado con los blancos en 1897 y en 1904, que era contrabandista y timbero) y Cosme Araújo (que era guitarrero y luego sería Policía en Vergara). Y de la muerte de Frascolla, para adelante de la casa de Luis Larronda, cerca de las "cina-cina" de Paulo Carneiro "Paulino" y rumbo al cementerio de Vergara, a manos de “Yico” López, quien se exilió largo tiempo en Yaguarón.-
Tampoco me fueron ajenas aquellas primeras “mujeres de la vida”, como Otilia Morosini, Sara Freire, “La Cuica”, “La tuerta” Marcelina, Joaquina Campelo, Paula Silva “La Tirurí” o Carlota Lugo, que llegó a tener su propio “negocio”.-
Ni tampoco me fueron ajenos, aquellos mestizos de guaraníes denominados: “El Indio” Terán (que se llamaba Félix y era tropero); “El Indio Pata” (llamado así, por el tamaño de sus pies, cuyo nombre de pila era Fermín Nicasio Fernández y era carrero con caballos); “El Indio Mecha” (peleó con los colorados en 1904, fue Policía en el “Rincón de Ramírez” y para cobrar el sueldo como tal, el Comisario Héctor Correa, le había inventado el nombre de “Gregorio” y los apellidos, indistintamente podían ser “Fernández”, “Correa” o “Zuluaga”), “El Indio” Esperanza (gran jugador de fútbol del Vergarense FC), “El Indio” César (que tuvo boliche en el “Rincón de Ramírez”), “El Indio Juan Chiquito” (que era excelente guitarrista y que se llamaba Juan Techera), “El Indio Pereira” (que era carrero con bueyes y se llamaba Venancio Pereira), “El Indio Clementino” (carrero con caballos, cuyo apellido era Rodriguez), “El Indio” Zuluaga (que era casado con una Maestra y tuvo campos en el “Rincón de Ramírez”) y por si fuera poco, en la década de 1960 apareció un “sanducero” en Vergara, nacido en “Colonia Porvenir” que tocaba la guitarra, el bombo “leguero” y zapateaba “malambo” que daba gusto. Un buen artista, que muchas veces recorrió a caballo la campaña oriental, cantando en las Escuelas rurales y compartiendo con los niños, el mundo y la magia del folclore rioplatense. Se llamó Ángel Roque Barreto Ojeda y le decían “El Indio” Barreto, porque le sobraban las facciones aindiadas….

                                             UN  MUNDO  CHICO   

Casi frente al "Sorocabana Vergarense", quedaba y queda, el viejo edificio de la Escuela Nro. 17 (que a lo largo de los años ha sufrido muchos cambios en su estructura original), pero que se sabe con certeza que la construyó el italiano Roque Vicente Zito Ducatelli y que quedó habilitada en el año 1919.-
Allí tuve mis primeros amigos y amigas en la vida. Se abrió otro mundo frente a mis ojos de niño consentido y modelo de una época ya perimida, cuando ingresé a la jardinera que dirigía aquella querida maestra que se llamó Rosa Patrón de Pesce, que residía en la ciudad de Treinta y Tres y que su esposo era Gerente del Banco de la República.-
Paulatinamente fui engarzando en ese mundo, donde se jugaba a “la mancha”, a “la rayuela”, a “las bolillas”, la maestra nos leía cuentos de los “Hermanos Grimm”, nos enseñaba los colores, los números, cantábamos canciones para niños del libro de Otilia Fontanals y la maestra jugaba a “la escondida” con nosotros.-
Posteriormente, desde primero a sexto año, llegaron otras maestras y un solo maestro: Niria Machado de Moreira, Azucena Piedra, Violeta Quiroga de Castillo, María Elena Benia de Cardozo, Belmiria Robaina Castro de González y Rosmarís Díaz.-
Fueron llegando como de improviso, la pluma, el tintero, el secante de los caramelos “Zabala” y los cuadernos “doble raya” con el indio “Tabaré” en su portada.-
Es que se cuidaba mucho la caligrafía, se insistía bastante con los dictados (para eliminar las faltas de ortografía) y la buena pronunciación de las palabras….
La matemáticas, siempre se me volvió tremendamente difícil (logré superarla en el Liceo, cuando ya habían permitido el uso de las máquinas de calcular), pero lo que era en las redacciones “cero falta” y en la historia nacional, modestia aparte, ya comenzaba a descollar entre los otros compañeros, con el estudio de “Montevideo Antiguo”, “Las invasiones inglesas”, “El gobierno del Virrey Elío” y gran parte de la “Gesta artiguista”.-
Jamás pensé que un día podría llegar a ser investigador de la historia nacional y de la historia, de mi pago viejo. Mucho menos, editar un libro, difundir mis conceptos por radio, presentarme ante la televisión, participar de congresos de historia, grabar entrevistas en YOUTUBE y todo ello, con un profundo agradecimiento a Dios, por las herramientas existenciales, que me ha prestado.-
Quería que el mundo entero nos conociera. Y gracias al transporte cibernético que ha destruido las distancias, tengo la certeza que el mundo nos y me conoce, como comunidad que somos.-
Jugábamos al volley-ball, al fútbol de “canchita”, corríamos carreras de 100 metros llanos, jugábamos a “la chancha parida”, a “la cinchadas”, a “las bolillas”, a “las figuritas”, a “la perinola”, saltábamos “a la cuerda” y muchas otras cosas más….
El primer libro que leí fue “Gaucho Tierra” del uruguayo Adolfo Montiel Ballesteros y luego seguí por Horacio Quiroga con sus “Cuentos de la Selva”, “Una excursión a los indios ranqueles” de Lucio Victorio Mansilla y “Los viajes de Julio Verne”, un notable escritor francés que desde la ficción, realmente me hacía disfrutar, mientras iba viajando por un mundo fantástico y desconocido, cuya dimensión estaba después del horizonte.-
Por las tardecitas, instalado nuevamente en la orilla del “Sorocabana”, seguían desfilando aquellos personajes de otro tiempo, mientras los viejos iban limando pacientemente, el borde corrugado de los recuerdos….
Hablaban del “Sijo” Ledesma (que en realidad se llamaba Lino y se caracterizó por ser el gran enemigo de los gallineros ajenos y que dejó de robar gallinas por completo, cuando hizo un pacto de palabra, con Natalio Leoncio Vergara "El Trompo", que era Oficial de Policía) de “Regules” (un viejo que vivía cerca de la estación de AFE, que decía versos floridos y que en un carnaval, cuando ya estaba bastante corto de vista, lo seguía al “Pelao” Sellanes que andaba disfrazado de mujer y que esa noche, le tomó varias cervezas de arriba y el viejo estaba tan enamorado, que nunca jamás llegó a sospechar que “la mascarita” se trataba de un hombre) de la “Pata de Bolsa”; de la “Pescuezo Torcido” (que se llamaba Isabel Aires) del viejo Ramón Pintado (que era tropero a “La Tablada” y que le decían “El Chirú”) del turco Salomón Caticha, que murió con 100 años de edad; del “Yango” Sequeira, que también murió rondando casi los 100 y que fue de los primeros pobladores de “El Alegre”; del brasilero “Ceca” Gómez (que en realidad se llamaba José Carlos Gómez y saludaba siempre con su clásico:- Como vai?...y extendía su mano callosa de tiempo y de trabajo) del vasco Bartolo Irtuzaeta (que tenía un boliche cerca del km 393 de la vía férrea- muy cerca de donde hoy es el molino del Arrozal “33”) de Petra Irtuzaeta (hermana de Bartolo) del vasco Nicolás Sarasola Inciarte (que estaba casado con la vasca Manuela Miqueo Gastelú y que cuando se enteró que había muerto don “Pepe” Batlle en 1929, cerró el puño, lo bajó con la fuerza de un coloso, gritó “Viva coño”!…..y partió una mesa de madera a la mitad…) del vasco Ignacio Arbelaiz, que era pariente de Sarasola y que una tarde al encerrar parte de las ovejas de la estancia, le dio un trabajo bárbaro encerrar "un cordero de orejas largas" que no era otra cosa que una liebre; del vasco José Senosiain, herrero y hotelero del pago viejo;  del “Maroto” (que una vez intentó ser “Chancho Negro” y Manuel Cornelio Lucas Muiño, que era famoso carpintero y herrero del pago viejo, lo descubrió una noche y le dio una paliza tan grande, que no pudo recuperarse y más o menos a la semana, falleció en el Hospital de Treinta y Tres).-
De la pobreza de Matilde Cruz; de la "Tuerta Felicia" (a la cual le había pegado un tiro en un ojo Merciano Melgarejo) de Cirila Cruz; de Jacinto Cruz (a quien le llamaban “El dedo duro”- dado que a raíz de una enfermedad muscular degenerativa, el tercer dedo de la mano derecha, le quedó rígido), de Bonifacio Natalio Niz Jara (nieto materno del caudillo blanco Coronel Fortunato Jara; que fue un músico de avanzada para la época- tocaba la guitarra, el acordeón de “dos hileras”, la flauta dulce, el violín y el bandoneón- y murió víctima de la bohemia y de la tuberculosis a la edad de 34 años) del vasco Matías Gurruchaga; de su hijo: Bruno José Gurruchaga Senosiain (herrero fino como el padre, maestro de herreros y gran apostador a “las riñas de gallos”) de doña Belmiria Patricia Alves de Gigena (la dueña del caserón donde hoy es el liceo “Dr. Braulio Lago Miraballes”, de quien las “malas lenguas” decían de que le vendía las bolsas con “bostas de vaca” al herrero José Gurruchaga para hacer el fuego que ponía a punto las llantas de carros) y que les chumbaba un perro a las lavanderas, cuando retornaban del arroyo Parao….
De Luis Morra, un español, que también era herrero y que jugaba al fútbol en el Vergarense F.C. Del gallego Abelardo García “El Rey de la baratura” (comerciante desde 1903 en Vergara, que llegó a tener campos y casas, fruto de su trabajo con el comercio y que entre tantas ocurrencias puso un cartel en su negocio criticando incisivamente a los que le debían cuentas: los nombres de los deudores y más abajo una frase: “LA CHUSMA QUE NO PAGA LO QUE DEBE”)…..

                            LAS  HISTORIAS  QUE  NUNCA  TERMINAN….   

En el “Sorocabana Vergarense” escuché hablar de los carreros de carreta con bueyes: Eustaquio Navarro, Rosa Olmos Aguilera, Ángel Custodio Techera, Damasio Martínez, Bernabel Ferreira Soares “El Portugués” y “los Canarios” Eustaquio y Cármelo Barboza, que fueron en realidad quienes carretearon desde “Nico Pérez” hasta el cementerio de Vergara, el “Mausoleo de los Alves”.-
Pero también escuché hablar de otros carreros de carretas con bueyes, como: Anarolino Piñeiro, María Salomé Cuello (mi abuelo materno), Asunción Sequeira Dávila “Sequeirón”, Venancio Pereira, Alejandro Pedroso, Alejandro de los Santos (quien además era “azudero” con “pala de buey”), Santana Bargas, Paulino Niz Rojas, Eufemio Juárez, los hermanos: Raulino y Doroteo Alza, Cornelio Peña, el “Negro Viejo” Hilario Rodriguez (que también fue carrero de carro con caballos) y otros más que en este momento escapan al recuerdo….
También recuerdo que se hablaba que don Floro Alves Pereira (hermano de doña Belmiria) un gaucho-pueblero, que se presentaba como “Bachiller en Ciencias y Letras”, que bailaba tangos como el mejor, que protagonizó el primer accidente de tránsito que hubo en Vergara allá por los comienzos de la década de 1920, que enlazaba y “pialaba” con cualquiera de sus manos (con la versión fidedigna de que por una jugada, “pialó” un zorro, mientras la peonada de la estancia le hacían “calle” para que el animal disparara en línea recta) y que siendo dueño de la estancia “La Trinidad” en el “Rincón de Ramírez”, tuvo su propia carreta que la conducía el mismo, que tenía un pértigo más largo que lo normal, donde le prendía hasta 5 yuntas de bueyes.....
También escuché decir que los viejos carreros para preservar las pezuñas de los bueyes en las largas travesías que efectuaban, los "herraban" con unas herraduras especiales que habían inventado los colonos de las Islas Canarias. Incluso hubo algunos que a falta de herraduras, envolvían las pezuñas de los bueyes en cueros de vaca, formando en torno al vaso del animal, como una especie de "botita" o algo así, que la reataban con tiras de cuero.-

Diligencia año 1906- don Pedro B. Da Silva (de guardapolvos
blanco, Mayoral Serapio Téliz y Félix Blas Silvera.-
Por supuesto que también escuché hablar de los Mayorales de Diligencias, que hacían la línea “Nico Pérez- Río Branco” y viceversa. Con los “cuarteadores” abriéndoles un rumbo hacia el horizonte, con los caballos cinchando parejo a “trote chasquero”, con el mayoral en un grito solo desde “el pescante”, revoleando el arreador a los cuatro vientos mientras, que adentro del carromato, los pasajeros se sacudían constantemente sufriendo las consecuencias del camino desparejo, entre “pozos” y barrizales….
Imágenes que se cruzan en mis pensamientos: Serapio Téliz (cuya diligencia se llamaba “La Puntualidad”) Alejandrino Guevara (que en al año 1898 se salvó por poquito de perecer ahogado en el paso viejo del “Corrales del Parao”, rumbo a Treinta y Tres, mientras Venancio Batalla, se tiraba a nado cortando la vorágine de la creciente y sacando uno por uno a los 8 pasajeros que trasladaba el carromato, entre ellos a dos niños de corta edad. Por último, Venancio, lo rescató a Guevara que había quedado arroyo abajo agarrado de un árbol) Patricio Pereyra, Francisco Sosa “Pancho”, Bernabé Diogo, Rufino Olivera y Juan Lagreca (que años después compró dos camiones y fue fletero entre Treinta y Tres y Vergara, no sin antes mantener un sonado litigio con Natalio Vergara -padre- porque quería cobrarle “peaje” en un puente que había mandado hacer, sobre una cañada, en sus campos de “El Oro”).-
Alfredo Amadeo Álvarez Barcelo “Alfredito” o “El pájaro azul”, fue mayoral de diligencias entre Vergara- Río Branco y viceversa…..
Hasta el momento solo he podido detectar los nombres de algunos de los “cuarteadores”: Florencio Núñez y Geroncio Ramos (cuarteadores de “Alfredito” Alvarez); “El Coatí” (cuarteador de Guevara) y “los Chiches Ramos”- Visitación y Gregorio- (cuarteadores de Serapio Téliz).-
Desde la vereda de "El Sorocabana Vergarense” brotaba un vozarrón hacia mi persona:- Vení p acá gurí…o no sabés que hasta parientes somos?….
Era, “El Negro” Muniz con su largo sobretodo, su tez morena, sus ropas desgastadas y su paso desgarbado…El que anunciaba en las esquinas del pueblo, con una bocina de “gramófono”: Hoyyyy….gran matinée….en el cine Dazeeeer…..
Y en realidad, anunciaba todo lo que fuera evento de importancia. Tan es así que la gente se acostumbró tanto a él, que si no se enteraban de algo, con picardía reprochaban:- Ah, pero el “Negro” Muniz, no anunció nada de eso….. 
Era marido de Paula Silva “La Tirurí”. Vivían en un ranchito, entre un cañaveral, sobre la calle Manuel Coronel en el barrio “La Cuchilla”, contiguo adonde siempre acampaban los gitanos, rodeados de una eterna miseria, de algún perro y de muchos gatos flacos….
“El Negro”, que era primo de mi padre biológico, había sido “tambor” en la banda del Batallón de Infantería Nro. 10 y aquí en Vergara, “puntero derecho” del Vergarense F.C. En ocasiones, comentaba en alguna tertulia de "El Sorocabana Vergarense”:- Me voy pal rancho, me doy un baño, me tomo un cafecito y después…..pshhhh….pal sobre…. (Quería decir que se acostaba a dormir)….
“El Canario” Ventura Robaina, le decía: - Pero andá a callarte la boca “Negro” y dejate de mentir….Vos no te bañás ni en verano y todavía dicen que dormís en un colchón en el suelo……
-          Bué y entonce vivo a lo Rey……No dicen que había un rey francés que antiguamente se bañó una o dos veces en la vida dél!.....Y acaso los reyes no dormían en el suelo?...
Y se le tapaba la boca, con una tremenda risotada, que desparramaba los parroquianos y hacía temblar hasta la tierra….

                                                                                         (Fin de la segunda parte)

                                                                                       Jorge Carlos Muniz Cuello
                                                                                    Vergara, 30 de octubre del 2017.-


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