sábado, 2 de febrero de 2019

"EL  BRASILERO  BELEDO"..... "UN  HOMBRE  VIEJO  INTELIGENTE  Y  PREVISOR".......
En la zona de "San Francisco" 2da. Sección del Departamento de Treinta y Tres, cerca del arroyo "El Sauce" y de la Ruta 91, que une Vergara con Charqueada, existe un campo que le llaman "El Beledo"......
En realidad, fue este personaje que aparece en la foto, que se llamó José Avelino Beledo y que hasta ahora no he podido dar, con su lugar específico de nacimiento; sí me consta que era nacido en Río Grande del Sur (Brasil).-
Fue contemporáneo y vecino de campos con "Chico" Bello ( Juan Francisco Bello da Silva- que era nacido en el "Paso de las Piedras"- del lado del Brasil) y con los da Rosa (también "gaúchos" y emparentados con doña Propícia, la esposa de don "Chico" Saravia).-
En el primer libro que edité en diciembre del 2015 (agotado totalmente) de nombre "Historias Vergarenses", me referí a una de las tantas anécdotas que dejó este personaje, simpático, austero en el vivir, buen vecino, lector de las revistas rurales que se editaban en Montevideo (porque leía y hablaba en castellano, como cualquier oriental) gran "contador" de ganado campo afuera, soltero empedernido (aunque gustaba de la brasilera Marfisia Pires- pero nunca se animó a decirle nada- ni después de que ésta había quedado viuda), serio, introvertido y entre sus muchas excentricidades, estaban aquellas: de que tenía el féretro entre los tirantes de su rancho, para el día que muriera; la cruz de fierro hecha por el herrero Gurruchaga en Vergara y un panteón dentro de su propio campo para ser enterrado allí.-
Criaba mulas y las vendía para la Intendencia de Montevideo. Castraba las terneras y luego cuando éstas, adquirían cuerpo y carne en abundancia, las vendía a "precio de oro" y además, criaba venados en sus campos, porque tenía la antigua creencia de que éstos, rodeaban con un círculo de "baba" a las cruceras y las mismas morían ahí, dándose golpes y más golpes, sin atreverse a quebrantar el perímetro marcado.-
Y vaya sí tenían pajonales, con cruceras y cuanto bicho silvestre, los campos del brasilero Beledo!
Usaba debajo de "la bajera" del apero, un cuero de venado, bien sobado. Unos decían que era para proteger el lomo del caballo de los famosos "nacidos" y otros, comentaban que era "una simpatía" para que el caballo no fuera a rodar.-
Sus caballos, los domaba el mismo y para probarlos en calidad, les ponía de "bocado" un pañuelo de seda y salía campo afuera, escaramuzándolos. Si reventaba el pañuelo, eran porque el pingo aun no estaba pronto para la lidia.-
Cuando se vino la revolución de 1897, previsor como era (y eso me lo contaba de primera mano el escritor don Julio C da Rosa, que lo conoció plenamente) contrató tres o cuatro alambradores y mandó que le hicieran los piques de los alambrados, de alambre mismo y los "principales" de piedra, así los ejércitos en pugna, no podían utilizar la madera para encender fogones....
Su manera de vivir sobria y austera, lo llevó a tener cuatro ranchos de paja y terrón todos separados y en la sala de recibo, su asiento era un "cuero de burro", que colgaba como una hamaca paraguaya, desde un tirante.-
Allí recibía a quienes iban a visitarlo, sobre un piso de tierra de "cupí" y conversaba de lo lindo con sus amigos, mientras cebaba mate, en un "mate galleta", pequeñito, que casí se perdía dentro de su "manaza" derecha.-
Era un hombre de mediana estatura, de complexión delgada, con una barba blanca que le llegaba hasta el pecho, vestía chaleco con la "cadenita" del reloj de bolsillo y usaba permanentemente, sombrero, bombachas y botas de color negro.-
Un día fue don Ubaldo Zuluaga a comprarle 50 vacas.-
Ataron el negocio sin problema ninguno, don Ubaldo, le pagó "cantante y sonante", contó las vacas y cuando le dio la mano al viejo ya casi estribando en un caballo malacara, éste, le largó como al descuido:- Meu filho, levas cinquenta vacas?
- Sí, don Beledo. Ni una más.-
- Bem, agora vou te pedir que ao passar pela Escola do "Sâo Francisco" pide a mestra que te ensine de novo a contar !.....
Y la boca, se le tapó de una sonrisa cómplice.-
Don Ubaldo, muerto de verguenza se fue con las vacas y allá por un bajo donde estuvo seguro que el brasilero no lo veía, echó las vacas contra un alambrado y las hizo "desfilar" nuevamente.....
Habían, cincuenta y una más...
Con más verguenza todavía, Zuluaga, dio vuelta a devolverle la vaca de más que llevaba; mientras Beledo, largaba la carcajada a todo lo ancho de su boca.-
Muchos contaban y aun cuentan en Vergara, que contra una palmera cerca de la ranchada, tenía enterrada un bolsa de cuero de venado, con bastantes libras esterlinas en su interior.-
Verdad o no, se puede afirmar con total certeza, que el brasilero, era un hombre rico, pero vivía entre ranchos de paja y terrón, acompañado de don Andrónico Becerra y su esposa, que fueron los "caseros" de confianza, hasta que se murió.-
Le preguntaban: - Don Beledo y por qué sus ranchos están todos separados?
- Mais, no jeito que eles estejam juntos, um bom dia pega fogo y queima tudo !...
No le gustaba que lo adularan y una vez el inglés Jefferies (famoso y rico cabañero de Treinta y Tres, que tenía una casa con 72 piezas) le mandó de regalo un toro puro por cruza, recién sacado del pesebre.-
Así que llegó a los ranchos de Beledo, el brasilero, lo despachó de apuro para atrás:
- Vai e leva de volta esse touro pra o dono.....Diz pra ele que eu, nâo tenho costume de botar porqueiras no meu rodéio.....
Y el que llevaba el toro, se quedó con la boca abierta. No supo ni qué decirle al hombre viejo.-
Un día, fue a la casa de don Anacleto Machado, esposo de doña Josefa Larrosa Marín, quien tenía un comercio fuerte en la zona:- Seu Anacleto.....Daquí em mais vai arrumar meu cabelo e minha barba....
- Qué le pasó don Beledo?
- Foi a Trinta e Três na barberia que vou sempre, e uns filhos olharam-me na rua e ficaram berrando e cantando : Um velho, barba de bode....Um velho, barba de bode.... Entâo nâo vou mais a Trinta e Três e na barberia muito menos !
De ahí en más, don Anacleto, ofició de peluquero y de barbero del brasilero.-
Estaba quedando anciano y comenzó a levantarse cada vez menos de la cama. Sin embargo había trenzado unas "crines de caballo" y con ellas se había dado idea para abrir y cerrar la puerta del rancho, donde vivía solo (con el féretro sobre los tirantes).-
Un tiempo antes venía para Vergara en su carruaje, trasladando un maletín con una suma importante de dinero y por el camino "algo le dijo" que en lugar de cruzar por el paso de "Corrales del Parao", lo hiciera por la zona de "El Chaja" y no contrarió a la voz que surgía de su interior.-
Después se enteró- no se cómo- que dos "malandros" lo estaban esperando en los Corrales del Parao, para hurtarle el dinero, ni bien asomara el carruaje en el paso.....
Ya había mandado hacer el panteón, con la cruz de fierro que había forjado "El Vasco" José Gurruchaga Senosiain y había pedido por escrito, que lo llevaran a enterrar de a pie, para lo cual también había tomado previsiones y había mandado hacer una vereda (por si estaba lloviendo que no se fueran a embarrar los pies, los amigos que cargaran con su cuerpo).-
Alguien le preguntó :- Don Beledo y para que mandó hacer el cajón....Es cómo que se está anunciando la muerte?
- Olha meu filho, eu moro longe do povo....Nâo tenho medo da morte...Sim tenho medo das chuvas, das enchentes dos arroios e canhadas e de o frio do inverno....Nâo quero dá-lhes trabalho depois de ficar queto e com os olhos fechados !....
El invierno había empezado a llegar a los ranchos, a clavarles los colmillos con toda la fuerza, desparramando tristeza, languidez y lluvias torrenciales.-
Una tarde, el padre de don Julio C da Rosa, vino a verlo a Beledo. Después que charlaron bastante y que el brasilero le confió que "comía chocolate y bebía caldo de lechuzas" -vaya a saber por qué razón- al darle la mano para despedirse, don Juan da Rosa, le largó el consabido : Bueno, que se mejore don Beledo...Cualquier cosa tamos a la orden....Manda el peón y enseguida venimos....
- Muito obrigado Seu da Rosa....Dá meus lembraças pra tua família e vai tranquilo...Eu sei que fica pouco tempo....
Y un silencio invadió momentáneamente el interior del rancho.-
Pocos días después, década de 1930, en el medio de un tremendo temporal de agua y de frío, Andrónico Becerra, lo encontró duro y frío sobre la cama a don José Avelino Beledo.....
Fue la última previsión de aquel hombre, que tenía el don de leer su propio futuro en la conjunción eterna de las llanuras y de los horizontes azules, que rodean la Segunda Sección de Treinta y Tres.-
(Fuente: Tradiciones orales de don Julio C da Rosa y de Dalmiro Rodriíguez Britos).-
Texto: Jorge Muniz.-
Vergara, 2 de febrero del 2019.-

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