miércoles, 8 de febrero de 2017

          "EL  NEGRO  QUE  HACE  LLOVER". . .
 La historia con visos de leyenda, compenetrada fehacientemente en el folklore regional, está ahí nomás…. Diría que a pocos metros de donde uno vive….
Si se quiere al alcance de la mano y no hace falta ser un investigador académico para llegar hasta sus dominios.-
Antes del año 1900, cuenta la leyenda lugareña, que en la zona de Paraje “El Chajá” (Novena Sección del Departamento de Treinta y Tres), geográficamente a unos cinco kilómetros de “Paso de Piriz”, hacia el Arroyo Corrales del Parao y denominado así, por el número y tamaño de estas aves allí encontradas, apareció un negro joven, que hablaba en portugués y por más señas y datos, comparecía, con una herida bastante fea en alguna parte del abdomen.-
Venía cansado de caminar, sin saber desde y hacia donde… Con hambre, con sed y algo dolorido, a causa de la herida que no cerraba de la mejor forma.-

Manuel Felipe Silva, su esposa Maria Pires Ferreira y demás familia.-
"Paraje El Chajá"- circa año 1940.-
Buscó refugio transitorio en el hogar de los esposos: Felipe L. Silva y María Pires Ferreira (que también era brasilera) y que con decisión idónea, provista de aguja e hilo, se animó a coserle la herida y lo trató con yuyos y emplastos.-
Allí se quedó hasta que ya entrado en años, la muerte, se lo llevó una noche de ésas…
Muy respetuoso en sus actos, parco en el hablar, el moreno brasilero, algo de lo que dijo, era que se llamaba: Casildo.-
No dijo nunca de que parte del Brasil provenía, ni si tenía padres y/o hermanos vivos; pero sin embargo se animó a comentar: “que fugia das facas que degolavam” prefiriendo guardar silencio cuando los demás, le requerían más detalles.-
Por los datos e informaciones que aporta la historia, bien pudo haber sido en “La Revolución Riograndense”, que enlutó los campos de Río Grande do Sul (Brasil) en 1893, donde las degollinas, propiciadas por el negro Adâo Latorre y por el Coronel Firmino de Paula; además de las venganzas, torturas y crueldades, ordenadas por los caudillos de ocasión, no se hicieron esperar.-
Como epílogo y represalia a todo lo ocurrido, muerto el General Gumersindo Saravia (que era hermano de Aparicio), el responsable del ejército republicano que encontró el cadáver sepultado a medias, mandó separar la cabeza y enviarla en una caja de sombreros, al gobernador Julio de Castilhos.-
Cuentan, que éste rechazó de plano tal acción y al parecer, los militares asustados de que Castilhos cumpliera su amenaza de hacerlos fusilar, sin más trámites, la arrojaron al río Guaíba, donde nunca más fue encontrada.-
Lo cierto fue, que Casildo, curado y en buena forma física, pasó a ser un integrante más de la familia.-
Andaba a caballo, recorría el campo, echaba las lecheras, ordeñaba, barría los galpones, ayudaba a esquilar, etc. Pero además de todo eso, cuando la vida se desplazaba lenta y anodina, sobre esa parte del campo uruguayo, él, sabía saborear una “cañita”, con miel y fumarse sus buenos cigarros de “chala”, picando el naco a cuchillo y desmenuzando el contenido, en la palma de la mano, amarillenta y agrietada por las vicisitudes del destino.-
Una noche, después de varios años, falleció sobre su misma cama, quizás de un ataque al corazón.-
A la mañana siguiente, lo encontraron rígido, con el semblante lívido, disponiéndose entre varios vecinos, a sepultarlo cerca del arroyo Corrales del Parao, para delante de lo de don Germán Téliz, después de unas taperas, donde más cercano en el tiempo residió Noel Melgarejo.-

Coronillas y montículo de indios, cerca de donde
sepultaron a : Casildo.-

En las proximidades de un monte de coronillas, cavaron a pala una fosa de un metro de profundidad, sobre un montículo que guarda en sus entrañas algunos vestigios de indios y depositaron el cuerpo inerte, envuelto en un cuero de vaca.-
No mucho tiempo después, alguien del vecindario, en el medio de una tremenda seca imperante, descubrió de casualidad, que regando con agua la sepultura de Casildo, el alma buena de éste, intercediendo ante la Divina Providencia, derramaba lluvia, sobre los campos ralos y amarillos.-
El hecho se volvió tradición. Y cuando hay seca, los pocos vecinos que aun quedan en el lugar, que en otro tiempo tuvo Escuela y maestros, con niños y niñas que asistían a caballo desde lugares aledaños, se acercan a la sepultura (que aun no tiene una cruz que la identifique), la riegan con abundante agua, le dejan flores del campo y por si fuera poco, las tapan con ramas de coronillas, para que el ganado vacuno no vaya a destruirlas.-
Y no falla. A los dos o tres días de sucedido el hecho, sin duda ninguna, comienza a llover.-

Arí Pirez Garate "El Mazarico".-
Sabido es, que cuando la seca del año 2009, un paisano que se llama Arí Piriz Garate, pero que en la zona todo el mundo le dice "El Mazarico", galopeó en su caballo tostado, llevando en las maletas, dos bidones de plástico con cinco litros de agua cada uno y flores silvestres, para dejarlas bien acondicionadas sobre la sepultura de Casildo, luego de regarla abundantemente.-
Cuando ya tornaba a retirarse para emprender el regreso, algo le acicateó la conciencia.-
Dio vuelta lentamente, amortiguando el paso sobre sus piernas chuecas y encarando sus propias palabras, dijo solemnemente: - Disculpame negro viejo… Me olvidé de traerte la cañita y el cigarro e´chala que a vos tanto te gustaba!!… Quedate tranquilo, que en estos días vuelvo y te traigo… (Como si el finado, lo estuviera escuchando).-
No conforme con todo eso, le largó el pedido tajante: - Pero haceme el favor, sabés!!... No ti olvidés de hacer llover!!


(Apuntes recogidos por el autor de viejas versiones orales).-
Texto: Jorge Muniz.-
Vergara, 8 de febrero del 2017.-


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