miércoles, 7 de febrero de 2018


                "OFICIO DE NARRADOR"....
Esta foto que pueden observar, fue sacada por mi concuñada Veri Diaz, el día 1ero de enero de 1998, en el paraje "Buena Vista" (Novena Sección del Departamento de Treinta y Tres) y donde se originan las nacientes de la "Cañada Grande", cerca del k. 332,800 de la Ruta 18 que une Treinta y Tres con Vergara.-
Al fondo de la foto y a la derecha, se puede ver de soslayo, la casa donde en junio de 1905, nació el escritor y poeta Serafín J. García.-
Habíamos llegado hasta ese lugar en medio de un calor enorme. Con un enero que prometía poca lluvia. Abrasando todo a su paso y bostezando fuego, sobre las onduladas llanuras de la zona.-
Mi cuñado: Marcelo Morales González, era el capataz de uno de los dos arrendatarios, que tenía la estancia.-
En el "pique-nique" que les refiero, me acompañaban mi joven esposa Marita Morales González; mi padre de crianza Prudencio Antúnez, que ya era anciano y había enviudado y nuestro hijo Jorge Martín, que en ese tiempo iba rumbo a los cuatro años de edad.-
Después que almorzamos y que hicimos una pequeña siesta con Jorgito, dentro del cuerpo de casa y sobre los pisos de ladrillos, que escucharon los primeros llantos de Serafín, mi cuñado, me prestó una yegua tordilla, la ensillamos como "contando las garras" y salimos con perros y gentes, a dar una vuelta por las nacientes de la cañada.-
Marcelo y papá de a pie; mientras Jorgito, de camisita blanca con el cuello cruzado de azul, short verde, sandalias marrones y gorro de visera, correteaba sin pausa, arrancando flores de macachín y con la boca como "pororó", porque todo lo que veía, le llamaba la atención.-
Ese día, mi padre levantó la cabeza hacia el horizonte, ponderó el buen estado del vacaje y de los toros que se veían en el rodeo, esquivó unas piedras moras para no tropezar con ellas y recuerdo que me dijo:- Aprovechá el ir arriba de la montura, porque cualquier paisano sabe, que la geografía del campo, se ve mejor desde el lomo del caballo....
Dicho y hecho.-
El consejo atinado y consecuente, salía de la boca de un hombre que había nacido en el año 1913, en un campo, al costado de la "Cañada de las Achiras" en una de las tantas planicies interminables, que tiene el "Rincón de Ramírez".-
Él, sabía hacer, todas las tareas del campo.-
Con 14 años de edad, ya era tropero, peón de estancia de Vidarte y luego de Estanislao Brun; a la vez que le metía a la zafra de esquila " a martillo", en la comparsa de Gregorio Lemos, donde había empezado de "canchero", luego de "vellonero", trepó como "enfardador" y por último "pelando ovejas", alrededor de unas 40 por día. Se necesitaba empeño y porfía en el oficio. Cintura y prolijidad en la tarea. Pocos "cortes" en la oveja; "garreada y sin flecos" y una piedra de afilar, para mantener el útil y asentar el filo, cuando la tijera pedía.-
Ese día, hoy, algo lejano y apartado en el tiempo, mis cinco sentidos sensoriales fueron invadidos por las aguas cristalinas de la "Cañada Grande"; por la flora autóctona del lugar; por los lejanos plantíos de eucaliptos; por las ondulaciones verdi-negras de los  campos y hasta por los cerros azulados que emergían tímidamente a la distancia.-
La catarata musical de los pájaros, se oía mejor desde el lomo de la yegua y hasta se podía palpar en la transparencia del aire aletargado.-
Horas después, cuando atropellaron las horas y aflojó un poco el calor, monté en la yegua, la giré en media vuelta hacia la actual Ruta 18 y despidiéndome transitoriamente de mis acompañantes, salí al trote largo, rumbo al alambrado que protege los campos que están en el frente de la estancia.-
Una vez allí, eché pie a tierra, largué la yegua para que pegara unos mordiscones en el pasto, me disbruzé en el alambrado y no necesité esfuerzo ninguno, para que los pensamientos retornaran a mi mente y tornaran a colocarme en en centro de un mundo rural, que alguna vez me lo habían contado.-
A lo lejos ví las casas de "La Madrugada" (después me enteraría que allí había estado viviendo el General Bento Gonçalves da Silva, antes de 1822 y algunos, hasta comentan que se casó en ese lugar con la melense Cayetana García, su compañera hasta el fin de la existencia); un poco más acá en la curva de ingreso a la misma- la verdadera "Buena Vista"- los vestigios del casco de estancia, de "ladrillos de campo" y techo de tejas, donde además de albergar a la pareja de brasileños: Bernardino Sena y María da Rocha, también allá por 1860 y en adelante, obraba como "oratorio" de los curas: José Reventós; José Bergara y Ramón Rodríguez.-
Tiempo después, ese lugar, fue herencia de la pareja oriental: Juan Bernardino Sena Rocha y Ana Quintina Viera Morales.-
En 1887, era el hogar de Bernardino Sena Viera (nieto del primer Bernardino) y de Rosalía Vaco, hija de aquel Dionisio, que fue concesionario de "balsa y peaje", en el "Paso Real del Olimar".-
Sin haber culminado el 1887, la casona, ya se había vuelto pulpería, cancha de carreras de caballos y luego "posta de diligencias", explotada por Agustín Eleuterio Iza Pérez (el gallego que curaba con "agua fría") en sociedad con el catalán Agustín Olive (compañero sentimental de la brasileña Francisca de Barros).-
En la década de 1910, fue pulpería de José Granada, esposo de Cristina Viera Correa. Mientras que poco antes de 1930, era la casa patriarcal de los Aguiar y al abandonarla éstos, pasó a ser la casa de Vicenta Fernández "La Tonga" ("mano-santa" como "benzedora"; "tijera a martillo" en las esquilas, peona de las estancias de la vuelta y siempre caminando con sus largos y coloridos faldones, sobre el paso acompasado de los "zuecos carreros").....
A la izquierda mía, adiviné todo lo que había sido los ranchos de terrón y paja, con los gurises pobres, flacos y descalzos del poblado "El Alegre"; con su Escuelita Nro. 14 donde daba clases el Maestro Secundino Freitas Artés.....
Más acá un poco, "El Potrero del Caldera" (recuerdo de un peón de Obiaga, que se llamaba Juan Climaco Caldera) con sus vestigios de una tapera grande, un pozo de agua y "una cancha de carreras" ya en desuso, donde hacía sus buenas pencas: Pilar Indalecio Fernández Caldas, que era el bolichero de "El Alegre". Después, la estancia "La Totora"  que fue de Juan Leoncio Gigena; luego la heredó su hijo Brígido- que tenía una baturé, que la manejaba Domingo Lagreca- posteriormente, la compró Juan Obiaga y la arrendó durante un tiempo largo, aquel inolvidable Luis Pedro Algorta (que medía como dos metros de alto, hablaba con indisimulable ronquera y le decían "El Chiquito").-
Contiguo a ella, una porción de campo convertida en estancia ... "Y por qué no?" ...del Ingeniero Agrónomo Carlos Peñagaricano. Al fondo de lo de Peñagaricano, el campo que fuera de Tomás Basilicio Barrios Sosa, conocido por "Chico Barrios", empleado de Juan Obiaga y bolichero que sustituyó a Indalecio Fernández.-
Dando un rodeo por el campo, hacia el "Corrales del Parao", estaba el campo que fuera de Basilicio Teófilo Cuello Das Neves (hermano de mi abuelo Adramantino) y luego del "brasilero" Juan Fernández Iza; después, un trozo de campo que tuvo Ciro Severo Chaves Batalla y llegando al arroyo, la antigua casona de Manuel Mariño Llorente, donde andando el tiempo vivió Eulalia Cajarville Blanco y su esposo Jesús Pereira.-
Costeando la margen izquierda del "Corrales del Parao", en sentido inverso a las agujas del reloj, allá abajo, estaba el rancho de fajina de Claro Melgarejo y Anita Barreto (desde donde se divisaba la casona del General Basilisio Saravia y a partir de 1936, se le agregó al costado derecho, la estación ferroviaria de "Bañado de Oro"); frente a los tramos del puente ferroviario sobre el arroyo, la estancia que fuera de Isidro Mederos  y saliendo de allí y agarrando campo afuera, lo de Amaro Domínguez (con un cementerio al fondo del campo), lo de Juan Rodríguez Alza (conocido por "Guan González") y más acá, lo de Genaro Teodoro Vaz Gabriel, más conocido por "El Coco Vaz", que usaba "tamangos" hechos con trozos de cubiertas de autos y guardaba la plata, debajo del colchón matrimonial.-
Casi a mi espalda, estaba el campo de Félix Sosa "El Pardo" (antiguo campo de los Sosa-Prigue), pegado los campos que habían sido de Hilario Barrios y Lorenza Sosa. Siguiendo hacia la derecha, la casa de Carlos Borromeo Cuello Ferreira; luego, lo de su yerno: Clodomiro Barrios y al fondo, el rancho grande de Artigas Barrios Sosa.-
Tomando el camino que sale a la "Buena Vista",  la casa y campos de Ignacio Arbelaiz y de Enilda Bentancur (los padres de Blanca); la parada del tren: luego el campo que fue de Casio Vergara Arambillete; pegado, lo de Cirilo Etanislao Aparicio Ramos; luego la estancia de Lopepé (antiguo fundo de Elisa Furest de Carriquiry y luego, de Elbio Gabino Chaves Batalla); al fondo lo de los hermanos  Arambillete-Melgarejo (cuyo apellido paterno estaba a un lado de la "Cañada Grande", desde 1874, cuando el vasco Eudoro Arambillete, que venía de Minas, se "casorió" con Ciriaca Techera- descendiente de los antiguos brasileños "Teixeira de Mello", que poblaron desde "El Bellaco" hasta la "Cañada Grande"); después, lo de Braulio Peña "El Canario" (antigua estancia de Toribio Chaves esposo de Carmen Gumercinda Batalla); la laguna donde se suicidó Florentino Rodriguez (que era puestero de Braulio Silvera Fernández).-
Girando hacia mi derecha, y atravesando el enorme plantío de eucaliptos que rodea , la profunda cantera que hicieron "Los Guarino" en el año 1979, pude adivinar los vestigios del rancho de Ramona Almeida (la que crió al "Juja" Fernández) cuya ocupación principal hilar ponchos en telar, jergas y jergones para la estancia de Brígido Gigena, a los cuales les daba el teñido necesario hirviendo yuyos, que recogía del campo.-
Después, la casita de paredes blancas, con el galpón de "boca abierta" hacia la Ruta, un plantío de eucaliptos que parece doblarse hacia la cañadita, mientras dos acacias, flanquean la portera de entrada.-
Esa era la casa de Ismael Núñez Maurente, donde por largo tiempo arrendó mi abuelo materno Adramantino Cuello Das Neves y allí se criaron mi madre biológica: Emilia Uruguaya; mi tía materna, madrina de bautismo y madre de crianza: Irma Hortensia, junto a su hermano, mi tío: Virginio Víctor Cuello Faliveni.-  
Ése, fue el "Mundo Chico" de mi familia materna; mientras que Germán Benito Cuello Obiaga, hijo de la primera esposa de mi abuelo, que murió de tifus, lo criaban mis bisabuelos: Manuel Germán Cuello Da Silva (brasileño, bautizado en Arroio Grande) y María Virginia Das Neves Dávila (nacida en "Yerbalito"- Cuarta Sección de Treinta y Tres) e hija de un portugués nacido en "Valongo", que fue comerciante y tenedor de libros.-
Esta pareja: Cuello-Das Neves, vivían en casa y campo propio cerca de la "Cañada de la Manguera" a unos cuatro kilómetros del cementerio de Vergara y un poco para abajo, del casco de la estancia de "Juca Vergara" nuestro fundador.-
Enfrente a la casa de mis abuelos, estaban afincados desde largo tiempo atrás, con campos, casas y familia, el brasileño José Simplicio Rocha y su esposa Amabilia Acosta.-
Posteriormente, al frente de la hilera de trasparentes que escondían los vestigios de las casas de "los Rocha", emplazó una casilla de zinc y un rancho grande de paja y terrón, el "caminero" Cuadrado (empleado de Vialidad) con su familia de hijos e hijas.-
Ese, es el punto exacto donde la topografía del terreno pasó a llamarse para siempre: "El Bajo Hondo"....
En una pequeña ondulación, a mano derecha, estaba la casa de familia de Braulino o Raulino Alza Guillermo (viejo carrero de carreta con bueyes, vecino de mi abuelo Cuello y que andando el tiempo, se modernizó y compró una Ford T del año 1925).-
Volví a mirar al frente y allá a lo lejos, intuí el pasaje del arroyito "Las Rengas" y la memoria trajo a mi mente, aquella figura chiquita y agachada de Laureano Cardozo (bolichero con campo en la "Cuchilla de Olmos") su moto con "sidecar" y hasta sus sentidos aguzados con el revólver en la mano, cuando vadeaba la cinta de agua, mientras los ojos grandotes taladraban el monte circundante. Es que en la mente de aquel hombrecito, silencioso y corajudo "como las armas de la Patria", aun bullía el recuerdo del tiroteo con su ex vecino Rodolfo Zuluaga (cuando los apartó Aristóbulo Ramos- "Ramito"- quien tenía comercio en la zona) y para sus adentros, no descartaba la posibilidad de que un día, el contrincante, lo podía emboscar....
Frente a mí, estaba la Ruta 18, que serpenteaba con su piel gris oscura hacia Treinta y Tres y hacia Vergara, con ruidos de autos, de camiones y de camionetas de última generación.-
Por un instante, se me representó aquel camino polvoriento, lleno de huellas y de pozos, que en otro momento lo habían recorrido, silbo, picana y paciencia, los viejos carreros de carretas con bueyes.-
 Los gritos de los mayorales de diligencias, desde el pescante del carromato, golilla y "arriador" flotando en el viento junto al medio galope del caballo de "un indiecito cuarteador" con ropa liviana y sentado sobre un cuero de oveja mal curtido, que bien pudo ser: "El Coatí" o los hermanos Visitación y Gregorio Ramos, "Los Chiches" (el grande y el chico) eternos "contrapunteros" de cielos, pájaros y horizontes.-
Ese camino, por donde llegaron los emigrantes italianos, con sus maletas al hombro, sus bolsillos casi vacíos, sus sueños de "hacerse la América" y sus familias de la mano....
Ese camino que lo recorrían los brasileros estancieros o peones de la zona y por donde pasaban los viejos guardia civiles del Comisario Muiño, persiguiendo al "Zurdo" Ramos y al "carretillero" Pedro Fasciolo, cuando venían trayendo caña blanca y tabaco negro, de la frontera.....
Por ahí, pasaron un crisol de identidades (gallegos, vascos, alemanes, franceses, polacos y hasta dos belgas (uno, zapatero y el otro, músico) que poco a poco fueron forjando en la fragua del viento, lo que después y hasta ahora, es la comunidad vergarense....
Muchas anécdotas escuchadas de boca de mi madre, de boca de mi padre y de boca de muchos viejos y viejas de la zona, convergieron en tropel y supe que de alguna manera tenía que comunicarlas a los demás, para que el olvido nos las cubriera para siempre, con la lozanía de la gramilla.-
Y esa vía de comunicación, tenía que ser por parte de la escritura.-
Monté a caballo nuevamente y el trote acompasado de la tordilla, sumado al ruido súbito de "su cuajo", me devolvió renovado a las casas y me entregó al cobijo altivo de las arboledas.-
Allá abajo, entre la fronda veraniega de la "Cañada Grande", aun crepitaba el acero rebelde de las chicharras. Mientras que los zorzales, preparaban sus flautas, para despedir la cotidiana muerte del crepúsculo.-
Cuando desmonté, me preguntó mi padre:- Y, cómo te fue de campereada ?
- Bien. Pensé mucho campo afuera....
Y qué pensaste ?...
- Pensé que tengo que escribir sobre una generación pasada....Si no, el olvido va marchar de tiro con ellos... Por lo menos en el papel quedan sus nombres grabados....
-Está bien- me dijo- Vos tenés marote si lo querés hacer !!!
A mediados de 1998, comencé con mis primeros esbozos y posteriormente, en diciembre de ese mismo año, don Julio C da Rosa, me dio el impulso vital que necesitaba, para hacerme "escribidor" y "contador" de viejas historias.-
Todo ello pues, se lo debo a don Julio....
Un hombre cordial y solidario con los que se iniciaban en el oficio de escribir. Era un paisano en toda su extensión, que como consejo primordial me reiteraba una y otra vez, que para contar mis historias vergarenses, no bastaba solo con pintar paisajes, ranchos y hombres sufrientes, que por sobre todas las cosas tenía que empuñar el martillo, avivar la fragua y darle fuerte al fierro, hasta encontrar la esencia de su propia musicalidad.-
En la porfía del oficio, crece la experiencia de quien busca materializar un propósito- me decía da Rosa....
Tiempo después me sugirió amistad y otros puntos de vista, por parte de los escritores costumbristas: Profesor Milton Stelardo (de Canelones), Domingo Luis Pastorino (de Casupá) y Profesor Ricardo Figueredo (de Pan de Azúcar) quienes fueron sucesivamente enriqueciendo, mi acervo cultural.-
La historia con su mundo fascinante y sus múltiples investigaciones, fue llegando después; pero, traté y sigo tratando de no desmantelarla ni arrancarle, las raíces nutricias del mundo campesino.-
A veces pienso, que todo ese conglomerado, más el sentir de los criollos viejos que corre por mis venas, se conjuntaron de alguna forma, con la sencilla musicalidad (de la cual me hablaba da Rosa) y el pentagrama etéreo y siempre vivo, de las nacientes de la "Cañada Grande".....
Texto: Jorge Muniz.-
Vergara, 7 de febrero del 2018.-

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