domingo, 22 de enero de 2017

                   PEDRO J. BERRO

“Su apellido tiene amaneceres de patria. Es tradición y es historia.-
Uno de sus preclaros antepasados contribuyó con su sangre, a apuntalar los arenales de Ituzaingó. Nieto del ilustre ciudadano Don Bernardo Prudencio Berro, Presidente de la República de 1860 a 1864, modelo de gobernante, de acrisolada honradez y moralizador de la administración pública.-
Ciudadano y soldado, altivo y valiente, no sabía de desfallecimientos ni de claudicaciones y rechaza su ascenso de guarda aduanero en la Receptoría de Villa Artigas (hoy Río Branco) donde era empleado, por estar condicionado a no intervenir en una protesta armada que se tramaba en esa época (1886).-
Con el entusiasmo de sus años mozos, su innata rebeldía y el prestigio de su apellido, marcha como simple soldado a las órdenes del coronel Nicasio Galeano y mayor Bernardo G. Berro y reconociendo el coronel Galeano sus relevantes aptitudes lo hace su ayudante con el grado de alférez. Derrotados los invasores en el Quebracho y Paso de Soto, éstos que no habían alcanzado a incorporarse, emigran al Brasil y el 30 de marzo de 1886, don Pedro J. Berro, llega a teniente segundo.-
Lucida actuación tuvo en los movimientos de 1897, 1904 y 1910. En 1897 acompañó al General Aparicio Saravia, sirviendo en la división Nro 3 de Treinta y Tres, que mandaba su padre el Coronel Bernardo G. Berro. En Arbolito su conducta fue ejemplar, luchando encarnizadamente hasta que lo hieren en un brazo y obligado a abandonar el ejército por la infección de la herida, se hospitaliza en Cuchilla Seca, donde fue atendido y curado. Por su brillante comportamiento mereció en esta pelea el grado de capitán.-
Restablecido se incorpora al coronel Celestino Alonso, cuyas fuerzas invadieron por la frontera, alcanzando al ejército en el campamento en marcha, en Caraguatá.-
Su personalidad como extraordinario guerrillero, se destaca en Guaviyú que con escasos elementos de otras divisiones, casi sin municiones, con coraje y audacia, paraliza el avance del coronel Nemesio Escobar, lo que le permitió a las fuerzas revolucionarias el pasaje al retirarse de Cerros Blancos, burlando al enemigo que lo creía cercado.-
En 1904, se hizo presente con el coronel Bernardo G. Berro, en la división Nro 3 con un escuadrón a su mando, tomando parte en muchos combates, hasta que en Tupambaé el primer día, después de varias horas de recio batallar y en un entrevero que fue muy comentado, le fracturan una pierna y por su guapeza, lo ascienden a mayor en la misma línea de fuego.-
Después de las jornadas del 97- 904 y el 10, no tuvo descanso. Entre los muchos episodios de su vida ciudadana, oído o leído, traemos a colación éste por creerlo sumamente interesante:
Cuando fue Inspector de Policías en Treinta y Tres se vio en la necesidad de ordenar la prisión de tres hombres que promovían desórdenes en un almacén de los suburbios. Dos eran viejos veteranos de nuestras luchas intestinas y el otro, Segundo Oxley, trinchera viviente, capaz de enfrentar solo a un regimiento. La comisión designada no cumplió su cometido, tuvo miedo. Entonces Pedro J. Berro no desmintiendo su linaje, “cachorro” de “leones”, de igual a igual en valor y temeridad, tranquilo, sereno, los enfrenta y encarándose con Oxley, le dice: “comandante Oxley, con el respeto debido a sus servicios vengo a prenderlo o a matarlo” y el comandante se entregó sin resistencia.-
Preparó el electorado de Treinta y Tres de donde era oriundo, para las luchas civilistas incorporando a los padrones cívicos el mayor número posible de ciudadanos blancos.-
Una noche fue atacado cobardemente desde las sombras por un individuo que huyó al errar el golpe, perseguido por Berro que no le dio alcance.-
Sus proezas de valor, verdaderas hazañas, anduvieron en los campamentos y rodaron de fogón en fogón, por boca de los narradores criollos, quienes con su proverbial vivacidad le supieron dar en aquel escenario una verdadera aureola de guapeza y coraje.-
Como recuerdo y con orgullo llevaba en su cuerpo cicatrices imborrables, que eran glorias para él y honor para el Partido.-
Con el Viejo Pancho podríamos decir del comandante Pedro J. Berro:
               “Ande un caudiyo levantaba el poncho,
                 Ayí estaba él apeligrando el cuero”……

(Copia textual del libro “Estampas Heroicas” de Eudaldo G. Montes, editado en 1950, páginas 91 y 92).-
Jorge Muniz.-

Vergara, 22 de enero del 2017.-

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