PEDRO J.
BERRO
“Su apellido tiene amaneceres de patria. Es tradición y es historia.-
Uno de sus
preclaros antepasados contribuyó con su sangre, a apuntalar los arenales de
Ituzaingó. Nieto del ilustre ciudadano Don Bernardo Prudencio Berro, Presidente
de la República
de 1860 a
1864, modelo de gobernante, de acrisolada honradez y moralizador de la
administración pública.-
Ciudadano y
soldado, altivo y valiente, no sabía de desfallecimientos ni de claudicaciones
y rechaza su ascenso de guarda aduanero en la Receptoría de Villa
Artigas (hoy Río Branco) donde era empleado, por estar condicionado a no
intervenir en una protesta armada que se tramaba en esa época (1886).-
Con el
entusiasmo de sus años mozos, su innata rebeldía y el prestigio de su apellido,
marcha como simple soldado a las órdenes del coronel Nicasio Galeano y mayor
Bernardo G. Berro y reconociendo el coronel Galeano sus relevantes aptitudes lo
hace su ayudante con el grado de alférez. Derrotados los invasores en el Quebracho
y Paso de Soto, éstos que no habían alcanzado a incorporarse, emigran al Brasil
y el 30 de marzo de 1886, don Pedro J. Berro, llega a teniente segundo.-
Lucida
actuación tuvo en los movimientos de 1897, 1904 y 1910. En 1897 acompañó al
General Aparicio Saravia, sirviendo en la división Nro 3 de Treinta y Tres, que
mandaba su padre el Coronel Bernardo G. Berro. En Arbolito su conducta fue
ejemplar, luchando encarnizadamente hasta que lo hieren en un brazo y obligado
a abandonar el ejército por la infección de la herida, se hospitaliza en
Cuchilla Seca, donde fue atendido y curado. Por su brillante comportamiento
mereció en esta pelea el grado de capitán.-
Restablecido
se incorpora al coronel Celestino Alonso, cuyas fuerzas invadieron por la
frontera, alcanzando al ejército en el campamento en marcha, en Caraguatá.-
Su
personalidad como extraordinario guerrillero, se destaca en Guaviyú que con
escasos elementos de otras divisiones, casi sin municiones, con coraje y
audacia, paraliza el avance del coronel Nemesio Escobar, lo que le permitió a
las fuerzas revolucionarias el pasaje al retirarse de Cerros Blancos, burlando
al enemigo que lo creía cercado.-
En 1904, se
hizo presente con el coronel Bernardo G. Berro, en la división Nro 3 con un
escuadrón a su mando, tomando parte en muchos combates, hasta que en Tupambaé
el primer día, después de varias horas de recio batallar y en un entrevero que
fue muy comentado, le fracturan una pierna y por su guapeza, lo ascienden a
mayor en la misma línea de fuego.-
Después de
las jornadas del 97- 904 y el 10, no tuvo descanso. Entre los muchos episodios
de su vida ciudadana, oído o leído, traemos a colación éste por creerlo
sumamente interesante:
Cuando fue
Inspector de Policías en Treinta y Tres se vio en la necesidad de ordenar la
prisión de tres hombres que promovían desórdenes en un almacén de los
suburbios. Dos eran viejos veteranos de nuestras luchas intestinas y el otro,
Segundo Oxley, trinchera viviente, capaz de enfrentar solo a un regimiento. La
comisión designada no cumplió su cometido, tuvo miedo. Entonces Pedro J. Berro
no desmintiendo su linaje, “cachorro” de “leones”, de igual a igual en valor y
temeridad, tranquilo, sereno, los enfrenta y encarándose con Oxley, le dice:
“comandante Oxley, con el respeto debido a sus servicios vengo a prenderlo o a
matarlo” y el comandante se entregó sin resistencia.-
Preparó el
electorado de Treinta y Tres de donde era oriundo, para las luchas civilistas
incorporando a los padrones cívicos el mayor número posible de ciudadanos
blancos.-
Una noche
fue atacado cobardemente desde las sombras por un individuo que huyó al errar
el golpe, perseguido por Berro que no le dio alcance.-
Sus proezas
de valor, verdaderas hazañas, anduvieron en los campamentos y rodaron de fogón
en fogón, por boca de los narradores criollos, quienes con su proverbial
vivacidad le supieron dar en aquel escenario una verdadera aureola de guapeza y
coraje.-
Como
recuerdo y con orgullo llevaba en su cuerpo cicatrices imborrables, que eran
glorias para él y honor para el Partido.-
Con el
Viejo Pancho podríamos decir del comandante Pedro J. Berro:
“Ande un caudiyo levantaba el
poncho,
Ayí estaba él apeligrando el
cuero”……
(Copia
textual del libro “Estampas Heroicas” de Eudaldo G. Montes, editado en 1950,
páginas 91 y 92).-
Jorge
Muniz.-
Vergara, 22
de enero del 2017.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario