domingo, 4 de diciembre de 2016

"LA  MECEDORA  DE  JORGITA”…..

Nunca más olvidaré el diálogo, de aquella tarde del 1ro de julio de 1974.-
Yo tenía 13 años de edad y el mismo, se desarrolló el interior del comercio de mi padre de crianza, cuando vivíamos en la vieja casona de los Robaina, ubicada en la esquina de las calles Joaquín Suárez y Jacinto Ruiz, de la ciudad de Vergara.-
-          Ando comprando azúcar, yerba, “Avena Puritas” y fideos “entrefino”, don Antúnez…..
-          Bueno, pero me dice cuánto de cada renglón, “Jorgita”….
-          Ayyyyy Señor míoooo……Pero deme como un kilo de cada ingrediente, sacante de la avena, que quiero dos paquetes…..
Sin esperar respuesta alguna de mi padre, la anciana, siguió “batiendo boca” sola, con su clásico: Porque dice queeeee……murió Juan Domingo Perón y yo me imagino queeeee…con la muerte del Presidente….los comercios van a cerrar varios días….por el luto, noooooo? Porque dice queeee…. además de Presidente…. era un hombre muy honesto y muy buena persona….
Poco después, la noticia, era el reguero de pólvora en Vergara.-
Había muerto el General Juan Domingo Perón, Presidente en ejercicio de la República Argentina y algunos como “El loco Loló” Lucas, se le empañaban los ojos cuando repetía la noticia:- No se puede creer!.. Un hombre bueno como el pan, un pundonoroso militar, un irreversible patriota, un arquetipo de la nación argentina....Qué volvió del exilio para salvarlos…como bien les dijo el “Viejo” Herrera cuando lo derrocaron:- Ahora lo corren….mañana lo van a tener que ir a buscar….Y así fue! Y hoy, el hombre se les muere del corazón, qué me dicen!..Cuando estaba dando el más acérrimo de los combates! ... (Y se acomodaba los lentes de armazón de carey “Loló”, pitaba hondo su cigarro y se ponía todo “fino” para disertar)….
Pero volvamos nuevamente a: “Jorgita” que es el personaje principal de estas pretendidas líneas…
En realidad se llamaba: Edelma Jorgelina Caldas González, había nacido cerca del paraje "La Calavera" (Novena Sección de Treinta y Tres) era hija del brasileño Agapito Caldas de Araújo y de Marfisia González; era hermana de Orfilio, de Silverio (que tuvo comercio en "La Calavera") y de Marfisia Adoración. Cuentan que sus antecesores los brasileños Graciano Caldas de Araújo y su esposa Inocência Pereira Das Neves, parte de sus hijos, entre los cuales se encontraba Ambrosio, se vinieron para el Uruguay, huyendo, cuando la "Revolución de los Farrapos" empezó a desbarrancar.-
Después de la paz de "Ponche Verde", cuando relativamente el ambiente se tranquilizó en Río Grande del Sur, algunos de ellos retornaron para la zona de Arroio Grande.-
Y sigo con "Jorgita".-
Cabellos blancos, magra figura, vestida con ropas claras y primorosamente limpias, las manos cubiertas con guantes de vestir, un bolso-cartera “para los mandados”, ligero pestañeo por sus vistas enrojecidas y el paso lento y vacilante ante los embates de una precoz ceguera.-
Excelente persona, de mucho respeto, “tirada a culta y delicada para hablar”, con aquel imborrable:- Dice queeee….el cual ya era característico y reconocido en las frases que pronunciaba.-
Vivía en un ranchito inserto en la esquina de las calles Urtubey y Zuluaga (que luego con su esfuerzo fue virando a casa de material, con techo de dolmenit) en pleno barrio “Braulio Silvera”, para adelante del cementerio viejo….
Dos o tres veces por semana hacía de a pie, el trayecto que la separaba hasta el barrio “El Centro”, con sus limitaciones para caminar pero con las ganas y la necesidad de hacer “los mandados” y asistir a las misas de domingo, que daba el Padre José Bader, en la Parroquia principal.-
Se comentaba que de joven había sido atractiva y buena moza.-
Eterna novia de Francisco Sabatel (uno de los primeros “plateros” que hubo en Vergara y que luego ejercía funciones de Teniente Alcalde) a la muerte de éste, quedó “solterona” para siempre y durante toda su vida se dedicó a coser, a tejer, a “bordar” y a preparar ajuares para las casaderas del pueblo….
Hace muchos años ya que sus huesos se encuentran descansando, en alguna urna perdida de la necrópolis de Vergara.-
Pero la memoria aflora, desplaza el olvido y me inspira para relatar este hecho…
Los vecinos de otro tiempo, comentaban que la casa de “Jorgita”, era “asombrada”. Y que según su propio testimonio, un “sillón-mecedora” de madera y esterilla que había en la morada y que había pertenecido a su difunta madre, algunas noches se movía con un rítmico y acompasado balanceo…
A este mes de diciembre del 2016, aun vive en Vergara, Luis Larronda Fernández para contarlo….
Amigos y vecinos de toda una vida con “Jorgita”, siendo niño su madre doña Eustaquia Fernández, por las noches, lo mandaba para que fuera a brindarle compañía.-
  --     Luis, mira que si te vas a quedar en este cuarto no te asustes, porque la   “mecedora” de  la finada mamá, Dios la tenga en la gloria, se mueve para atrás y para delante…..Porque dice queeeee…. la finada mamá que me visita por las noches….Tu no escuchas sus pasos ni ruido de ninguna especie, pero ves que la “mecedora” se mueve….Porque dice queeee….es ella que se sienta a descansar….Es un espíritu bueno, que no hace mal, que está en paz y yo me alegro, porque se que ella me ve que estoy bien y que tu me acompañas….
Una noche de invierno, “Jorgita”, culminó de hacer sus labores a la luz de una lámpara a “mecha” y queroseno. Luego, los introdujo en el interior de una bolsa de tela que además contenía trozos de galleta dura, sobrantes del café con leche, colgó todo en uno de los brazos del sillón y decidió acostarse.-
Ella en su cuarto y Luis Larronda, que tendría unos 9 años más o menos, en la pieza aludida…
Éste último habría dormido una media hora aproximadamente, cuando “algo” lo despertó y al correr la vista somnolienta hacia donde estaba el sillón, le pareció dicho útil por momentos, se hamacaba solo…
Con semejante” julepe”, primero pensó en disparar, pero luego se serenó un poco y logró encender un fósforo de la caja que había dejado debajo de la almohada y prender un cabito de vela, que se hallaba sobre la mesa de luz….
Alumbró y pudo ver en efecto que el sillón, había retomado su rítmico vaivén…
-          Y ahora qué hago?....mientras los pelos de la cabeza se le erizaban, el corazón latía desaforadamente y la respiración se le entrecortaba…
-          Qué hago ahora?....se volvía a preguntar….
Allá cuando Dios quiso, retomó coraje, enderezó derecho a la “mecedora” y le dio un envión con toda la fuerza que pudo, hasta que la misma quedó “de rodillas” en el suelo.-
Inmediatamente le dio la espalda, en un “temblequeo” solo y aunque las piernas se le aflojaban, y un frío le recorría de arriba a abajo la columna vertebral, le pareció escuchar unos “ruiditos” bastante perceptibles y con lo poco que le quedaba, giró sobre sus talones y les dio el frente, con la vela prendida entre sus manos…
En ese momento, “una tropilla” de ratones, salieron desparramándose del interior de la bolsa, huyendo con las brújulas insensibles, hacia lo que parecían ser los puntos cardinales..
A Luis Larronda, no le quedaron dudas y de ahí en más, supo quienes eran los que  provocaban los ruidos considerados como extraños y el ir y venir del asiento esterillado.-
Por lo menos aquel suceso y el “julepe” vivido, le habían hecho más llevadera y menos larga, aquella noche oscura y vacía de la década de 1940…

Texto: Jorge Muniz
Vergara, 4 de diciembre del 2016.-

  

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