VERGARA Y SU
COLECTIVIDAD DE ITALIANOS….
La llegada
del primer italiano al caserío primigenio de “El Parao”, de acuerdo a
documentos que obran a la vista, fue el día 28 de mayo de 1893.-
Y tomo esa
fecha como referencia, dado que coincide con las compras de 12.800 metros de
terreno, que en manzanas separadas adquiriera a “Juca” Vergara, por la suma de
200 pesos, el italiano Carlos Bonelli.-
Un
cruza-caminos, con muchos kilómetros entrelazados a sus pies, originario de
Potenza (donde había nacido alrededor del año 1843) y que antes de radicarse en
“El Parao”, anduvo mucho tiempo por la Argentina. Luego ,
cruzó al Uruguay y entre varios lugares más, estuvo como alambrador y olero, en
el “Rincón de Ramírez” (Departamento de Treinta y Tres).-
Falleció,
cuando esto ya era Vergara, en horas de la mañana de un día 23 de agosto de 1917, a los 74 años de edad
y afectado por una neumonía.-
Posterior a
ese año y cuando el caserío comenzaba a tomar forma, dimensión y color, muchos
italianos más, llegaron a radicarse y en ese caso es de rigor nombrar a:
Filomena Branchinni (esposa de Bonelli); Carmen y Catalina Bonelli (hijas del
matrimonio); José Ramagli (boticario); Josefa Miraglia (su esposa); Juan
Bautista (fotógrafo y retratista) y Rosa Ramagli Miraglia (hijos de la
pareja); los hermanos Nicolás (que era
sastre) y José (fotógrafo y retratista) Scarano Ramagli; Julio Pucciarelli
(albañil); Roque Zito (albañil y carpintero); Lucas Ducatelli (albañil);
Leonardo Di Bueno (albañil); Fabio Gonzatti (albañil); Ángel Fattarini (comerciante): Benedicto Pisso (chacarero y fruticultor) y Angel Tomás Marolta
(quintero).-
Por si fuera poco, otro italiano radicado en la “Cuchilla de
Dionisio” (Cuarta Sección de Treinta y Tres), llegaba en un carro tirado por
caballos, ofreciendo su oficios de “mercachifle, relojero y hojalatero”…Éste,
era Francisco Faliveni Tedesco (nacido en Curti, un pequeño pueblito aislado y
montañoso, allá cerca del Golfo de Salerno).-
Y cuando el
caserío ya había tomado su semblanza de pueblo, continuaron llegando al mismo:
el Dr. Pedro Sala Consonno (primer médico que se estableció en Vergara); Juan
D´Angelo (el que exhibía películas en el “Altillo de Padula”); Petrucelli (jugador de fútbol del Vergarense
F.C., ejecutante de clarinete y Director de la Banda de Música del “Centro Filarmónico”);
Bernardo Zito (el primer cura que se estableció en la localidad); Aurelio
Giroldi (Conductor de ómnibus, albañil y fruticultor); Francisco Macciello
(albañil) y José Moretti Olyate (albañil y quintero).-
Muchas
veces me he preguntado acerca del motivo que impulsó a esos hombres y a esas
mujeres de otro tiempo, a tomar la determinación de treparse a un barco (con
pasajes de “Tercera”), atravesar mares lejanos, y desafiar ingentes
tempestades, en busca de un mundo nuevo, con gentes, paisajes y costumbres
desconocidas… Donde solo sabían, que faltaban brazos para el trabajo, suponían
que había algo de solvencia económica y que más allá de ciertos relumbrones
raciales y algunos levantamientos guerreros, reinaba la paz, la concordia y la
solidaridad….
Venían de
una Italia, que además de conocer las guerras, conocía también en carne propia
la disparidad económica, social y cultural que existía entre sus distintas
regiones y donde los del Sur (como muchos de los que llegaron a esta
localidad), eran los más perjudicados.-
Se elevaron
los impuestos decretados por el Gobierno, aumentó la población, decayó la
producción artesanal y los minifundios, fueron cada vez menores.-
Los
cereales que llegaban de América, se vendían más que los producidos por los
campesinos italianos.-
Aumentó la malaria,
la pelagra, se vinieron abajo las cosechas con motivo del aumento en los
aranceles aduaneros, el gobierno se preocupó en construir más ferrovías y la
miseria, fue tomando cuenta de todo.-
Muchos
italianos del Sur, terminaron sobreviviendo a base de polenta y de pájaros que
cazaban como forma de ingerir proteínas….
Por lo
tanto, no les quedó otro remedio que partir con las pocas ropas y enseres que
les quedaban, hacia la América
del Sur y a trabajar, en lo que viniera….
Muchos de
ellos, jamás, retornaron a la tierra italiana ….Para qué?...Si esta Patria
Oriental, les había dado trabajo, cobijo, paz y amor….A cambio de un recuerdo
que no era grato, que no se iba de la mente, que estrujaba el alma y que les
arrancaba lágrimas eternas.-
Francisco Antonio Padula Furiatti, junto a hijo: Luis Justiniano |
UN PERSONAJE MUY PARTICULAR…
Sin
despreciar a ninguno de ellos, entre los italianos e italianas que llegaron a
este pago, elijo a uno para hablar de él, por sus datos biográficos, por la
popularidad de la cual gozó en el pueblo y porque nunca dejó de lado “la
impronta italiana”.-
Dueño de un
genio tremendo, trabajador incansable, simpatizante del Partido Nacional,
acérrimo enemigo del Comisario José Germán Muiño y el que les ganó a todos en
edad, porque murió con casi cien años….Incluso, hasta cuando lo llevaban a
enterrar al cementerio de Vergara, dio lugar a otra de las tantas leyendas que
atravesó los tiempos y recorrió los caminos sinuosos de la memoria, hasta posar
en el nimbo azulado de nuestra generación.-
Es que
nadie supo porque no se hablaba ni se miraba siquiera, con Carlos Zito Bonelli
(el hijo del italiano Roque) que tenía carpintería y empresa de “Pompas
Fúnebres”, frente a su casa.-
Había
pedido por favor a los hijos que el día que muriera no lo llevara a enterrar
“su enemigo”. Y cuando la luz de sus ojos, comenzó a cerrarse de a poquito,
desde el lecho de muerte, con el genio incontenible, tratando de cerrar los
puños con sus dedos temblorosos y huesudos, alcanzó a musitar imperativamente:
“Qui no mi cheve cuesto…..gringue maledetto”…. Y se apagó definitivamente…
Sin embargo
los familiares no le hicieron lugar al pedido del anciano y como no tenían
ningún problema con Carlos Zito, contrataron los servicios de éste y lo velaron
en la casa. Cuando lo llevaban a enterrar, los dos caballos que cinchaban el
carro funerario, al llegar a la
Cañada “El Charco” en la mitad del pueblo, camino a la
necrópolis de Vergara, comenzaron a relinchar y a pararse de manos
desobedeciendo totalmente, las órdenes del cochero, que era Juan Cándido.-
Estaban
furiosos y un grupo de comedidos, tuvo que ayudar a desprenderlos…
Seguidamente,
consiguieron dos caballos más con Juvenal Fabeiro, que tenía comercio en “La Cuchilla ” y carro de
reparto de mercaderías por las casas del pueblo.-
La suerte,
fue parecida a la anterior. Porque los prendieron a la carroza y tocaron al
galope hasta la puerta del cementerio, nerviosos, “testereadores” y fuera de
sí.-
Cuando por
fin lograron llegar los dolientes y acompañantes, que habían quedado lejos
retrasados, los caballos de Fabeiro, desprendidos del carro venían corriendo
rumbo a la querencia, bufando y relinchando en una forma por demás extraña….
Ahí la
gente del pueblo empezó a comentar por lo bajo:- Esto pasó porque el hombre
viejo, no se daba con el “Gringo” Zito…Y ni después de muerto, le perdonó la
ofensa que tenía!….
Entonces,
aquí y en este momento, surge el nombre de ese personaje tan particular: Francisco
Antonio Padula Furiatti.-
Nacido en
la ciudad de Potenza, región de Basilicata (Italia), un día 2 de diciembre de
1845, hijo de los esposos italianos: Giussepe Padula y María Luigia Furiatti.-
Un 23 de
octubre de 1895, llegó al caserío de “El Parao”.-
Ya estaba
casado con la italiana Inés Merlino (también de Potenza), tenía dos o tres
hijos por los menos y había estado radicado en el “Paso del Dragón” (Cerro
Largo), adonde había llegado, traído (quién sabe de dónde?) por don Plácido
Rosas Cabero…
En octubre
de 1895, compró a “Juca” Vergara, 1600 metros de terreno, ubicados en la manzana
Nro. 20 y en la suma de 63 pesos.-
Dicha
manzana, estaba y está circunscripta entre las calles: Jacinto Ruiz, Coronel
Marcelo Barreto, Fortunato Jara y Dionisio Coronel.-
Inicialmente,
compró la parte que está sobre la calle Marcelo Barreto y allí mandó levantar
sus primeras poblaciones (hoy, ubicadas frente a ABITAB Vergara y
pertenecientes al Escribano José Luis Cuello y al Sr. Nelson Pintos Antúnez).-
Una vez
establecido en el caserío, comenzó a plantar quintas, a criar vacas lecheras, a
arar la tierra….Luego puso un comercio y ayudó a su esposa en la crianza de los
hijos: Luis Justiniano; Viterbo Rosa; Filomeno Alberto; Felipe Filomeno;
Nicolás Vicente; Francisco Ricardo y Santina Justiniana….
Prosperó en
sus negocios y el día 28 de diciembre de 1904, compró a Braulio Silvera, parte
del terreno que originariamente había pertenecido al Agrimensor Manuel Coronel
Muniz y específicamente, el que hace la esquina de las calles Marcelo Barreto y
Jacinto Ruiz, donde con el devenir de los años mandaría edificar “El Altillo”.-
El día 1º
de diciembre de 1905, Padula, instaló zapatería sobre la calle Marcelo Barreto
(donde conocimos viviendo a los esposos: Justino Carbajal y Blanca Oxley) y
para mejorar la misma con nueva maquinaria y mercaderías acordes al rubro, el
día 9 de setiembre de ese año, viajó a Montevideo acompañado de su hijo Luis,
para las compras correspondientes.-
Aprovechando
el momento, viajaron a Buenos Aires y visitaron familiares que vivían en Ramos
Mejía.-
“EL
ALTILLO” UN REFERENTE SOCIAL….
En el año
1910 aproximadamente, los italianos albañiles Lucas Ducatelli y Leonardo Di
Bueno, comenzaron a pedido de don Francisco, la construcción de “El Altiche”-
como él, solía llamarle- en un lugar privilegiado: frente a la Plaza “Confraternidad”.-
Allí está
aun. Erguido, solitario y desafiando el paso de muchos vendavales que han
surcado el espacio “a todo trapo”. Y sin duda, es uno de los íconos de aquellos
años donde los sueños y las esperanzas, caminaban a la par del progreso.-
Cuentan que
sus cimientos tienen dos metros de profundidad. Están rellenados con piedras
que fueron extraídas del campo de Garate, en los alrededores de Vergara y que
una noche, mientras no habían sido rellenados aun, fue puesto en el interior de
los mismos, Felipe Padula y dejado allí hasta la madrugada cuando se le retiró,
para que no pudiera asistir a un baile.-
Los
ladrillos con los cuales fue levantado el edificio, fueron elaborados por el
italiano Carlos Bonelli y para alcanzar la parte superior del mismo, eran tirados
“al boleo” por varios brazos que se agrupaban en lugares estratégicos.-
La
inauguración del “Altillo de Padula”, ubicado en la esquina de las calles
Jacinto Ruiz y Coronel Marcelo Barreto, de Vergara, sucedió el día 18 de julio
de 1913.-
Hubo
actividad musical con la presencia de la orquesta de la casa, integrada por los
hermanos Padula Merlino: Santina (que tocaba la pianola o el violín); Francisco
(que tocaba el violín); Felipe (que tocaba la flauta); Filomeno (que tocaba el
clarinete o la guitarra) y otras guitarras que se alternaban entre: Casiano
Bonilla, Justino Carbajal, Jacinta Viera o Magdalena Barone.-
Pero
también es de destacar que el Cura Miguel Lacroix Esain (amigo de los Padula)
que residía en Treinta y Tres, aprovechó ese momento para dar a conocer un
poema de su autoría donde elogiaba al pueblo y al arroyo Parao.-
Lo dicho en
líneas anteriores: los sueños y las esperanzas caminaban a la par del
progreso…. Y por ello, en la planta baja del altillo se ubicó el comercio de
los Padula, bien surtido y con carro de reparto por la zona rural.-
Carnavaleros
y murguistas de alma, a partir de 1905 (según está documentado en los libros
policiales) y hasta muchos años después, los Padula, el viejo italiano y sus
demás coterráneos, animaron y encendieron las luces de la alegría en muchos
febreros de aire tibio con olor a malvón…
“Los
Loberos”- la murga de los Padula-, “Los Gorriones”- la murga de los Scarano-,
el fútbol, los bailes, las quemas de la barrica de alquitrán y de un Judas en
el medio de la Plaza ,
durante la noche de “San Juan”, ciertos disfraces que hasta ahora prevalecen en
los carnavales; la Banda
de Música del “Centro Filarmónico”; el cine “mudo”; una propuesta de alumbrado
público, en el año 1924 y hasta el equilibrista “Jaminson Dick” que se trepó en
una bicicleta por encima de un hilo de alambre, hasta la parte superior del
“Altillo”, en una noche de febrero de 1934, fueron hechos que no escaparon al
contralor y al “ojo clínico” de don Francisco ….El cual, escondido detrás del
oficio de zapatero, era el patriarca, el consejero y el catalizador, a la hora
de apurar o de serenar los ánimos.-
Su esposa:
Inés Merlino, falleció a los 73 años de edad, un día 20 de enero de
1930.-Mientras que él, viudo y con 98 años, falleció un 4 de octubre de 1944.-
Ambos,
descansan en el cementerio de Vergara.-
Muy lejos,
de aquella Potenza italiana, que un día, entre montañas,“canzonettas” y
caminos, los vio perderse para siempre, entre el límpido terciopelo de los
horizontes.-
(Investigación
realizada por el Escribano José Luis Cuello Núñez y por Jorge Carlos Muniz
Cuello).-
Texto: Jorge Muniz
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