CLOROFORMO...BISTURÍ..Y..LÍQUIDO CARREL..!!...
En el año 1916,
cuando los Dres. Sala y Preve ya hacía unos dos años que se habían ausentado de
Vergara, arribó a esta localidad el Dr. Andrés C. Blanco, para radicarse y
ejercer la medicina.-
Se casó con Enilda Alves
Antúnez (hija de Venancio Alves Pereira y Juana Antúnez Muñoz), con quien tuvo
dos hijos y residieron como familia, en la casa de la calle Jacinto Ruiz casi
Dionisio Coronel (casa de "Pocha" Zuluaga de Rosas), contigua al Municipio
de Vergara.-
Tuvo un franco y leal compromiso con su vocación de médico.-
Tuvo un franco y leal compromiso con su vocación de médico.-
Afrontó epidemias de
Sarampión, de Tos Convulsa, de Difteria, de Varicela....que se llevaron muchos
niños y muchas niñas a la tumbas, logrando él con enorme dedicación y esfuerzo,
salvar otros y otras tantas. Bregó silenciosamente para que el Pueblo de
Vergara, mejorara en sus aspectos sanitarios. Y su figura tomó impulso cuando
en 1917, se animó a denunciar al chileno Oscar Eugenio Valentín Mass Olavarría,
quien se hacía pasar por Médico y no era más que un dependiente de la farmacia
"BOUNOUS" que Amaranto Carrasco, había instalado en Vergara. Se
involucró en la
Enseñanza Primaria. Fue productor rural en la Tercera Sección de
Treinta y Tres. Ocupó un lugar en el Concejo Auxiliar de Vergara y cuando tuvo
que salir a la zona rural a atender heridos, no vaciló jamás en hacerlo,
viajando a caballo, en sulky o en alguna "FORD T" a pedal..... En el
año 1917, viajó a la zona de "San Francisco" (Segunda Sección de
Treinta y Tres) con el fin de extraer un proyectil de un brazo a la persona
Amaranto Noble, producto de un enfrentamiento a tiros, con otro paisano.
Posteriormente, se lo recuerda en que por esa época, viajó a la zona de la Tercera Sección de
Treinta y Tres (Costas del Sarandí Grande) para extraerle un proyectil calibre
22, alojado en una pierna, a Plácido Rosas Arias ("El Gaucho"), con
evolución más que satisfactoria. Pero también el recuerdo surge y lo escribo
para que persista, cuando en los primeros meses del año 1926, tuvo que
concurrir a la Estancia
"El Altillo" (Tercera Sección de Treinta y Tres), en forma urgente y
requerido como tal por el propietario de la misma, don José Astiz.-
Solo le "noticiaron" que había un peón de campo herido en el abdomen, porque había recibido fortuitamente "un guampazo" de un toro enfurecido, que lo había alcanzado en el flanco derecho, sin llegar a herirlo profundamente. Aun así para la época y para hoy también, la herida se consideraba como de riesgo, dado la maniobra invasiva del animal, el compromiso de un órgano noble y la consiguiente infección que podía presentarse.-
Llegado al lugar, el Dr. Andrés C. Blanco, a quien sus amigos le llamaban "El Gallego", bien pronto tomó recaudos para la situación que se le presentaba.- Se trasladó para el galpón de la estancia, donde tendió dos ponchos de paño con la "bayeta" hacia arriba (cual improvisado colchón) y sobre ellos, con la ayuda de otro hombre que trabajaba como peón, tendió al herido al cual habían vendado fuertemente, para tratar de detener la hemorragia.-
Quitó las improvisadas vendas y pudo ver, que parte del intestino grueso escapaba al exterior, por los labios de una herida cortante, que no era tan extensa en dimensión.-
Cuentan, que utilizó una esponja embebida en Cloroformo para adormecer el paciente. Luego que comprobó la insensibilidad de éste, tomó un bisturí, agrandó un poco la herida y se dispuso a "lavar" el trozo de intestino en una palangana que contenía agua y líquido carrel...Otra cosa, no había para ese momento.....En esos instantes, el que sostenía la palangana, al observar aquella escena, quedó pálido, se le aflojaron las piernas y cayó de lleno, al piso de tierra.....Poco después el Dr. Blanco, con destreza y determinación, retornó a la cavidad abdominal el trozo de órgano y suturó la herida, como lo habría hecho un verdadero cirujano. En ese caso, solo le restó esperar a que el paciente despertara del sueño transitorio....Pocos días después el peón de campo, cuyo nombre se diluyó en el tiempo, evolucionando del “encontronazo”, hacía su resguardo "post-operatorio" en el Hotel de Claussen en Vergara, que para esa época ya lo regenteaba Salvador Acosta...
Solo le "noticiaron" que había un peón de campo herido en el abdomen, porque había recibido fortuitamente "un guampazo" de un toro enfurecido, que lo había alcanzado en el flanco derecho, sin llegar a herirlo profundamente. Aun así para la época y para hoy también, la herida se consideraba como de riesgo, dado la maniobra invasiva del animal, el compromiso de un órgano noble y la consiguiente infección que podía presentarse.-
Llegado al lugar, el Dr. Andrés C. Blanco, a quien sus amigos le llamaban "El Gallego", bien pronto tomó recaudos para la situación que se le presentaba.- Se trasladó para el galpón de la estancia, donde tendió dos ponchos de paño con la "bayeta" hacia arriba (cual improvisado colchón) y sobre ellos, con la ayuda de otro hombre que trabajaba como peón, tendió al herido al cual habían vendado fuertemente, para tratar de detener la hemorragia.-
Quitó las improvisadas vendas y pudo ver, que parte del intestino grueso escapaba al exterior, por los labios de una herida cortante, que no era tan extensa en dimensión.-
Cuentan, que utilizó una esponja embebida en Cloroformo para adormecer el paciente. Luego que comprobó la insensibilidad de éste, tomó un bisturí, agrandó un poco la herida y se dispuso a "lavar" el trozo de intestino en una palangana que contenía agua y líquido carrel...Otra cosa, no había para ese momento.....En esos instantes, el que sostenía la palangana, al observar aquella escena, quedó pálido, se le aflojaron las piernas y cayó de lleno, al piso de tierra.....Poco después el Dr. Blanco, con destreza y determinación, retornó a la cavidad abdominal el trozo de órgano y suturó la herida, como lo habría hecho un verdadero cirujano. En ese caso, solo le restó esperar a que el paciente despertara del sueño transitorio....Pocos días después el peón de campo, cuyo nombre se diluyó en el tiempo, evolucionando del “encontronazo”, hacía su resguardo "post-operatorio" en el Hotel de Claussen en Vergara, que para esa época ya lo regenteaba Salvador Acosta...
Ocasionalmente, salvó la
vida. En una época donde los antibióticos todavía no habían hecho su arribo al
botiquín del médico y el Líquido Carrel, se erigía como un "notable"
desinfectante.-
Una vez más aquel hombre enérgico, de genio pronto, pero de alma caritativa y buena, con sus manos bienhechoras y con su decisión impostergable, había recuperado otra vida, que estaba pisando los umbrales mismos de la muerte!!....
El Dr. Andrés C. Blanco, se fue de Vergara para radicarse en la ciudad de Treinta y Tres, un 2 de setiembre de 1926.-
Una vez más aquel hombre enérgico, de genio pronto, pero de alma caritativa y buena, con sus manos bienhechoras y con su decisión impostergable, había recuperado otra vida, que estaba pisando los umbrales mismos de la muerte!!....
El Dr. Andrés C. Blanco, se fue de Vergara para radicarse en la ciudad de Treinta y Tres, un 2 de setiembre de 1926.-
Gracias a la tradición
oral, su recuerdo vive y vivirá por siempre!.
(Recopilado de "El
Pueblo del Parao"- Orígenes- Escribano José Luis Cuello y de versiones
orales escuchadas a Ventura Robaina y a "Pepe" Vergara)
Texto Jorge Carlos Muniz
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