martes, 29 de noviembre de 2016

                "EL LOCO PEDRO MUNIZ"... ...


Má so Pedro no dejó hacer el siestu tranquilu....Offfff!!...So pasa todo lo santu mediudía, tambor e tambor, tambor e tambor.....
Cuentan, que más o menos con esos términos se expresaba para todos los que quisieran oírle, don Lucas Ducatelli Lettiere.-
Y motivos tenía, el pobre italiano viejo. Porque sabido es, que todos los días después de almorzar, tirarse sobre la cama y hacer un siesta de una hora, era su devoción consuetudinaria.-
Por el otro lado, calle por medio y frente al caserón construido en 1893, por don Carlos Bonelli, vivía junto a su madre, Pedro Muniz. Quien entre muchas cosas más, tenía veleidades de músico y en este caso puntual, resaltaba como ejecutante "de la batería"....
Pedro Celestino Muniz Viera, había nacido en Vergara, un 19 de mayo de 1921.-
Descendía de los Muniz, que cercanos al Arroyo Gutiérrez (Departamento de Lavalleja), lograron conformar una estirpe que se extendió hacia las tierras de Cerro Largo y de Treinta y Tres y que en su seno de "rancia nobleza azoriana", circularon hombres de armas, hombres de letras, médicos, maestros, dibujantes y por supuesto, que también tuvieron su lugar, los músicos, los ingeniosos y los artesanos.-
Hijo de Pedro Muniz Giménez (experimentado relojero de otro tiempo, que terminó sus años en la ciudad de Yaguarón - Brasil-) y de Jacinta Escolástica Viera (que alternaba con su guitarra, en las veladas musicales del "Altillo de Padula"), Pedro Celestino, quien además tenía un hermano mayor que él; que se llamaba Raúl y que tocaba el bandoneón por música; con sus tempranas cualidades de carpintero ingenioso y de "batero" empedernido, asomó al mundo vergarense, como un personaje más.-
Ahijado de bautismo de don Doroteo Alzueta y de doña Resoleta Ferreira Cháves, Pedro Celestino, fue un niño pobre, huraño y acomplejado, un irreversible acomplejado, pero de buena aplicación en la Escuela Nro. 17.-
Desde muy jovencito, comenzó a tallar veleros de madera, a los cuales les ponía en su interior "motores" de relojes en desuso y de alguna forma los hacía navegar, en una laguna que se había formado, donde después se construyeron las viviendas de INVE en Vergara.-
Ese era su mundo. Ese era su deleite, ese era su pasatiempo y como tal se entregaba a él, con una pasión bastante llamativa.-
En la década de 1940, Raúl, que ya se distinguía como ejecutante de bandoneón junto al Profesor Jesús Santibáñez, en los bailes del Club Centro Uruguay, falleció a causa de tuberculosis pulmonar y Pedro, no pudo superar nunca más la pérdida del hermano.-
Se volvió más huraño, más abstraído y más reacio a las amistades.-
Solo la música y el ingenio natural que poseía, parecían sacarlo por breves momentos desde el interior mismo de sus largos y hondos silencios.-
Los lugareños, comenzaron a llamarlo por el mote burlesco y antojadizo de: "EL LOCO PEDRO MUNIZ".... 
Reparaba todo lo que se propusiera. Desde bicicletas, relojes, cocinas "VOLCAN PREMIER" a querosén, máquinas de coser "SINGER", hasta lo que pidieran en asuntos de carpintería, tocaba "la batería" y "las maracas", en la orquesta de Nicolás Correa y por si fuera poco, le quedó tiempo para hacer varias réplicas en madera, del "GRAF SPEE", en ajustada escala.-
Además fue muy conocida en el pueblo, su predilección por los aviones que surcaban el espacio vergarense.-
Cuentan que escuchaba el zumbido de los mismos, dejaba a un lado lo que estaba haciendo y salía presuroso al exterior de su casa. Ubicaba visualmente el aparato y luego, se quedaba absorto, como en una especie de trance, mirándolo, hasta que el mismo, era engullido por el líquido azul del horizonte.-
Construyó un arado, que al clavar la reja en el suelo, volcaba instantáneamente la semilla, desde una lata de aquellas que contenían el aceite "ÓPTIMO". Se lo fue a mostrar a don Guillermo Terra, quien para incentivar la veta creadora y no largarlo desconsolado, le dio unos pesos y se lo compró.-
Pero además, hizo un reel para pesca, con todos sus accesorios, cuando recién comenzaba a insinuarse el uso de estos instrumentos y fue a exhibirlo a la casa de comercio de Mario Bresque.-
En el año 1935, plena construcción de la vía férrea en el tramo Treinta y Tres- Río Branco, conjuntamente con su hermano Raúl, construyeron en madera, dos máquinas excavadoras, réplicas a escala, de las que diariamente observaban en el trabajo antes mencionado y que tras accionar manualmente ciertos mecanismos implantados, bajaban y subían las palas, como si fueran las originales.-
Una vez que fueron expuestas las mismas, el Ente Estatal las adquirió y nunca más se supo del destino de las mismas.-
Andariego y bohemio, flaco, alto y semi-calvo, con el genio "pronto en todo momento", montado sobre su vieja bicicleta que tenía grabadas en madera las iniciales "P.M";  "El Loco Pedro Muniz" a causa de sus propios desvarío y arrebatos, entre ellos, el solo hecho de que le producía un enorme disgusto de que le dijeran "Don Pedro", tuvo un marcado rechazo social, entre los hombres y mujeres de la zona.-
Anduvo recorriendo gran parte del país, con su "mudada a cuestas". Sembrando por todos lados, las semillas perdidas de su inteligencia, más allá de que muchos lo rechazarían definitivamente, porque los rumores y el estigma corrían sin parar y con la edad que se le venía encima, estaba quedando cada día "más loco y más idioso".-
Allá por el año 1975, el diario "EL PAÍS", publicó un pequeño artículo en una de sus páginas, donde daba a conocer que "el artesano Pedro C. Muniz", había construido en madera, la vigésima réplica del "GRAF SPEE", siendo adquirida en este caso, por el Sr. "Pepe" Loureiro, de la ciudad de Treinta y Tres.-
Con una pobre mujer que lo acompañaba, retornó a Vergara, en la década de 1990, cuando comenzaba a quedar ciego y vivía adentro de un auto convertible, pintado de azul, estacionado en la calle frente adonde fuera su casa materna y con lo más rudimentario para subsistir.-
Era el genio perdido en un mundo de fantasía, que entre la pobreza de su ser y la carencia de su visión, fue abandonado de un día para el otro, por su compañera.-
Quedó navegando a su propia merced, perdió totalmente la visión y asido por manos extrañas, fue a parar al Hospital Piñeyro del Campo, en la ciudad de Montevideo.-
Aun así, había construido unas "maracas", con dos trozos de linternas en desuso y soñaba con aquello de que en un día no muy lejano, integraría la plantilla de músicos que acompañaban a Jaime Roos......
Nunca más, se supo de él.-
Como a los muertos, una loza de olvido fría e inmóvil, lo cubrió para siempre.-
Sin embargo, merece que se le recuerde. Porque fue uno de esos tantos vergarenses, que más allá de sus arrebatos, de su genio picante, de que no le interesó dinero ni fama lisonjera, dejó la impronta popular de "un sutil inventor", que no llegó a ser ni comprendido ni aceptado por sus contemporáneos.-

Texto: Jorge Muniz.-
Vergara, 29 de noviembre del 2016.-


De izquierda a derecha: Nicolás Correa (violín); Raúl Muniz Viera (bandonéon)
 y Profesor Jesús Santibáñez Lorenzo (piano).-
Escenario del Club Centro Uruguay- Finales de la década de 1930-  

2 comentarios:

  1. Muy buena la Narración Jorge.
    Un gran personaje de nuestro Pueblo.
    Saludos Tu primo Julio

    ResponderEliminar