Carmelo Barboza, fue uno de los legendarios carreros de carreta con bueyes, que anduvieron mucho tiempo, abriendo huellas y caminos, hacia los cuatro puntos cardinales de este pago.-
Yo lo conocí, ya entrando a veterano. Quizás estirando paso a paso, el tiento “sobao” de los setenta y algo más, de años vividos…
Y lo vi envejecer de a poco también, como él, me vio criar desde niño y hasta un poco más de los veinte años de edad.-
Un paisano grandote de tamaño, pausado en el hablar, de pasos lentos, frente amplia y acostumbrada a marcar presencia en el cabeceo eterno de las distancias. Con las manos ásperas y callosas, de empuñar la picana y abrir rumbos con el carromato.-
Era muy amigo de mi padre, a quien dispensaba un cariño casi que familiar. Recíprocamente, éste, le dispensaba un respeto como a un patriarca, porque ambos se conocían de la “Cañada de las Achiras” y de la “Costa del Sarandí Grande”, en el Rincón de Ramírez, donde las llanuras verdes y primorosas, se medían a lo largo y a lo ancho de la vista….Cuando la vista alcanzaba.-
Hombre de bien, trabajador, respetuoso, don Carmelo Barboza, que “mascaba” y “escupía” tabaco negro, como el mejor, también había sido “domador de bueyes” y “medianero” en el pujante Arrozal “
De guerrero de los caminos, unciendo bueyes, “sacando peludos” y apretando alambrados rumbo a Montevideo o a Nico Pérez, cuando los barrizales del camino, le atascaban la carreta, el “Canario” Barboza, pasó a ser un paisano “pachorriento”, agricultor y de a caballo, que tanto se le veía recorriendo el campo, como se le encontraba transitando a la culata de reses coludas, al tranco del caballo, meta grito, arreador y silbidos, que se perdían casi sin ruido, en la monotonía del paisaje agridulce.-
Pero llegados ciertos días del mes, uncía las yuntas, montaba su caballo, empuñaba la picana y salía metiendo pezuña, llanta y silbido rumbo a Vergara, con el fin de traer el surtido para el mes y alguna otra cosa que le faltara.-
Era amigo de los “Canarios” Robaina, desde varios años atrás y por lo tanto, cuando tenía que venir al pueblo, atracaba la carreta frente al comercio “
Después, con el mismo tono abúlico: llanta, pezuña y silbido retornaba despaciosamente para la “Costa del Sarandí Grande”.-
Una mañana de un lejano mes de octubre de la década de 1940, cuando el cielo primaveral le regalaba golondrinas, nubes de algodón y un suave color añil al paisaje pueblerino, el “Canario” viejo, atracó la carreta, en la esquina misma de las calles Joaquín Suárez y Jacinto Ruiz, de Vergara, bajó del caballo, abandonó la picana y tranquilamente encaminó sus pasos para el interior del comercio.-
El viejo venía con la cabeza gacha y al levantar la vista para subir los escalones de la puerta principal, un paisano, vestido que era una pintura, lo esperaba del lado de adentro del comercio con la diestra extendida, la cabeza cubierta por un sombrero de fieltro, un pañuelo blanco en el cuello, el rebenque colgado del antebrazo derecho, bombachas, botas de suela y el torso oculto por un ponchito corto de “Apala”.-
Barboza, fue tomado de sorpresa. Reaccionó al instante y sacándose el sombrero de ala corta, escupiendo el cigarro y extendiéndole la derecha, con la palma de la mano áspera como escofina y agrietada por los inviernos aulladores, le largó el ritual consabido de los paisanos: -Pero, cómo anda don?.-
El otro, ni pestañó. Ante el desconcierto del carrero, siguió serio como un difunto….
Desde atrás del mostrador, Vifredo Robaina, que estaba mirando atónito el suceso que se desarrollaba delante mismo de sus ojos, le pegó el grito: - Pero Barboza, no siás tán redondo!!.... No ves que ese gauchito es un “manequín”?.. No tiene movimiento muchacho….De qué forma te va dar la mano?...
- Y entonce pué ques eso de “manequín”?....- preguntó azorado el “Canario” Barboza….
- Bué y es como si fuera una persona de juguete. Que si usa pa exhibir las ropas….
Los dos “canarios”, se largaron a reír a carcajadas. Se confundieron en una abrazo de "vuelta y media" como amigos verdaderos que eran......
Mientras que allá cerca de la puerta de entrada, el "manequín" vestido de gaucho, seguía recibiendo visitantes, inmóvil, con la mirada fija y con la mano derecha estirada....
(Fuente: Escuchado al mismo Carmelo Barboza).-
Texto: Jorge Muniz
Vergara, 27 de noviembre del 2016.-
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