En Vergara (pueblo del interior del Departamento de Treinta
y Tres), ubicado en la margen derecha del Arroyo Parao, se vivían los inicios
de la década de 1970.-
Poco tiempo atrás, había llegado al seno de la comunidad
aludida, el cura alemán José Bader, para hacerse cargo de la Parroquia del Santísimo
Sacramento.-
Era joven. Tenía el cabello de color castaño, el cuerpo
robusto, los ojos claros y la mirada inteligente. Tenía muchos sueños arrebujados
en el corazón, que luego les daría formas y terminaciones, como las obras de
albañilería, que el mismo las levantaba.-
Bien pronto, dotaría a la vieja Parroquia de Vergara, de una
llamativa estructura interior. A la vez que, sutilmente, se iba mezclando entre
los diferentes extractos de la sociedad. Y desde allí, generando respeto,
identidad propia y el afán insuperable de trabajo, lograría captar a los más
jóvenes, despertando en ellos una entrañable admiración.-
Construyó cimientos sólidos.-
Se preocupó de llevar la palabra de los Santos Evangelios a toda
la zona urbana y rural, viajando en una moto de las antiguas, mientras ejercía
su apostolado. Confortó a varios ancianos que se les hacía difícil viajar a la Parroquia de Vergara.
Bautizó niños, casó parejas y ayudó a muchos a morir con dignidad, entre la creciente
pobreza de los ranchos de campaña.-
Una tarde de domingo, cuando el mes de octubre fluctuaba en
luces y colores sobre la comarca vergarense, lo acompañamos para dar misa en lo
del “Negro Viejo” Hilario Rodriguez.-
Rancho de terrón y paja, con el clásico escusado en el fondo
del predio. Puertas y ventanas ciegas, de madera de lapacho. Ubicado de Sur a
Norte, en la parte más alta, del barrio “La Cuchilla ”.-
Al frente, entre la tierra reseca del verano y el barro y la
greda de los inviernos castigadores, estaba la calle Francisco Tajes. Haciendo
esquina con ésta, afectada por los mismos fenómenos estructurales y
geográficos, próxima al lateral derecho del rancho, se deslizaba la calle Isidro
Tellechea.-
Mientras que atrás del inmueble, un patio de tierra
apisonada, con el lomo lustroso por los barridos de las escobas de chilcas,
esperaba los pasos displicentes de los ocasionales visitantes. En la parte
interior del perímetro, que no era muy grande, se mantenían en pie algunos árboles
de transparentes, un ceibo, una higuera y un manojo de cañas de tacuaras.
Mientras que un higuerón, insensible al paso de los años, colgaba desde sus
ramas, el canto fresco y azulado de los pájaros.-
Por uno de los costados del techo del rancho, cerca del
“mojinete” posterior, asomaba una chimenea de acero fundido, con el clásico
“sombrerito” en el extremo superior. Es que la cocina a leña, casi siempre
estaba encendida. Y la gente previsora de la época, se daban maña e ingenio,
para que los vientos reinantes, no hicieran retroceder el humo.-
Adentro, el piso de tierra de “cupí” untado por una salmuera
floja, franqueaba el paso con sus muebles rudimentarios y sus almanaques,
colgados de la pared. Más allá, algunas fotos amarillentas, encima de una mesa
y tres piezas (comedor y cuartos de dormir), separadas con maderas de ripias.-
En uno de esos cuartos, sobre una cama de fierro de plaza y
media, con colchón relleno de lana y cosido a mano, estaba tendido el dueño de
casa.-
Tullido estaba, a causa de una fractura de cadera, que
apenas le permitía sentarse lentamente…..
Envuelto en uno de los tirantes de laurel negro, y pendiendo
sobre la cama del moreno viejo, convergían los dos extremos de un “sobeo” retorcido,
que servía para que el anciano se asiera a él, cada vez que necesitara cambiar de
posición.-
Lo acompañaban, un hijo con mujer y una hija soltera, todos ellos en edad madura.-
Luego de oficiarse la misa, con los ocasionales visitantes y
una provechosa reunión de vecinos y vecinas del barrio, cuatro o cinco de los
asistentes seguidos de Wilson Fernández, pasamos al dormitorio para saludar y cambiar
unas palabras, con el dueño de casa.-
Oriundo de Cerro Largo, con más de 80 años de edad en sus
espaldas, el viejo aun conservaba intacta la “chispa” criolla, una memoria
envidiable y unas ganas de hablar “que
hacía tiempo que las tenía bien guardadas”…..
En 1904, había sido carrero del Parque Revolucionario del
General Aparicio Saravia.-
Y después, cuando las lanzas ya se habían trocado en
tacuaras, siguió en el mismo oficio, meta silbo, paisajes y caminos, detrás de
cuatro yuntas de bueyes….
Cuando por fin largó la carreta, se casó y estuvo varios
años de capataz de Floro Alves, en la estancia “La Trinidad ”. Pero después,
con los primeros amagues del reumatismo, un disgusto con el patrón y los hijos en
edad escolar, definitivamente se vino para Vergara.-
Habían cambiado los tiempos. Y para seguir subsistiendo, cambió la carreta
por un carro de cuatro ruedas, que tenía “martinica”, “lanza” y cinco caballos
que tiraban parejo…..
Con ese carro, fleteó durante mucho tiempo más. Hasta que se
jubiló, cobró la pensión de “Servidores de la Patria ” y perdió físicamente, a su mujer.-
Sin embargo, su maleta de gaucho, acostumbrada a recorrer
leguas y más leguas de caminos, se cargó de cuentos, de leyendas, y de “sucedidos” del campo.-
- Miren les viá decí una cosa…..Soy negro por juera y blanco
por dentro….Sí señor!!..Y entuavía el gobierno me paga porque pelié en la
guerra…jui..jui..jui..(Se reía y mostraba los dientes blancos, tan blancos,
como su ideal partidario)…..Gué y yo era solo un carrero nomás, del Parque del
finao Aparicio…jui..jui..jui…
Aura, les viá decí una cosa ( y ponía cara de serio)…Si
había que atajar la gata y dentrar en combate, ah yo iba….Ah iba sí!…Manotiaba
la lanza y ya me les entreveraba…Ah sí!!... Por ái ustedes van a decir que soy
alabancioso y créido….Soy negro como les dije, pero no mentiroso…Y miren que no
soy jodido tampoco…jui..jui..jui..
Van a decí que es mentira….Pero, saben una cosa…Que yo hasta
juí de los 33 orientales!...Sí señor!!...Así como loyen!!
- Pero don Hilario…De los “33” que desembarcaron con
Lavalleja?
- Gué y desos mismos!...Que cruzamos de la Argentina y
desembarcamos en una arenal al lao de un río….”La Graciada ”…o algo así?...
- Sí, justamente la playa de la Agraciada , en el
Departamento de Soriano….
- Ah ¡Vieron que no toy mintiendo… Vieron como la traiba por
el rumbo….Mi acuerdo que teníamos l´agua atrás y enfrente un monte machazo….Los
caporales nos decían:- Abran las vistas carajo, que los brasileros tán ái
nomás! Y no saquen las manos de arriba e las chuzas...Y saben que hasta les
sentíamos la gritería d´ellos en el monte….Pareciera pa mi ver, que taban de
chupe y guitarriada en la guelta de un fogón!
Sí señor!....Con decirles que hasta se véia el humo caracoleando pa arriba….
- Don Hilario...Y entonces, usted por qué no salió en el
cuadro que pintó Blanes?- preguntamos casi que a coro….
El moreno viejo, hizo una mueca con la boca, pensó un poco y
se despachó: - Gué, y como iba salir mijo…Si cuando el viejo yegó a sacar la
foto, a mi me mandaron pal monte a cuidar la caballada ..Si no!!....Li aseguro que
yo tamién bía sido libertador!!....
Texto: Jorge Muniz.-
Vergara, 27 de noviembre del 2016.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario