Hoy, se cumplen 107 años del nacimiento de Serafín J.
García.-
Había nacido un 5 de junio del año 1905, en las nacientes de
la Cañada Grande ,
en una casa de “ladrillo entero”, con más puertas que ventanas y que estaba
enclavada en un campo cercano al paraje “La Buena Vista ”. Próxima
al km. 333 de la Ruta
18 y a unos 10
kilómetros de Vergara, en el Departamento de Treinta y
Tres.-
Fueron sus progenitores: don Serafín García y doña Sofía
Correa.-
A los tres años de edad, se radicó con sus padres y hermanos
en Vergara, abandonando físicamente para siempre el entorno del campo.-
Pero sin duda alguna, ese mismo entorno, había quedado
prendido a su alma. Y una y otra vez, tuvo la inmensa satisfacción espiritual,
de retornar a él.-
Con ese paisaje, sencillo, apacible y pintoresco. Con el
juguetear del viento entre los árboles que marginan la Cañada Grande. Con
el canto de los pájaros recibiendo y despidiendo el día. Con el espejo
cristalino, viajero y rumoroso del curso fluvial.-
Tiempo de una generación antigua.-
De hombres y mujeres, templados en el ocaso sangriento de
las guerras civiles. O en la dura lucha cotidiana, dialogando con las manceras
de los arados, mientras las escarchas hirientes y los soles como fuegos, iban
forjando los destinos erizados de rebeldías.-
Tiempo de carreros de carretas con bueyes. De mayorales de
diligencias, de troperos eternos, de esquiladores munidos de tijeras “a
martillo” y de peonas, que iban sembrando y criando hijos, entre las miserias y
las soledades de los campos inmensos.-
Fue la generación de principios del 900. Con los campos de
don Bernardino Sena. Con la pulpería y cancha de carreras de caballos, de don
José Granada. Y un desfile interminable, de brasileros, italianos, alemanes y
españoles, que se empeñaban en hacer del pueblito de “El Parao”, un Vergara
eficiente y próspero.-
Aquel 5 de junio de 1905, frío y gris, cuando la “Mama
Goya”, aquella vieja partera de la cual no quedó registrado su nombre, que asistía
a doña Sofía Correa y que ante el nacimiento del nuevo ser, casi gritó: -
Comadre… que precioso “Machurita” que es !!... jamás supuso, que entre sus
manos agrietadas y envejecidas de pobreza, sostenía a quien luego fuera, uno de
los grandes literatos campesinos de este suelo oriental.-
Su obra literaria, está por demás conocida. No me
corresponde juzgarla, porque no soy para nada competente en la materia, ni
tampoco ponerme a detallar todos los libros que editó.-
Sin embargo, tengo el placer enorme de escribir, que
Serafín, fue un referente para muchos de nosotros que presumimos de evidenciar
sus poemas, sus prosas y sus narrativas. Y con un lenguaje humilde, rebelde y
“orejano”, además de plantar una bandera de libertad a los cuatro vientos,
salvó también a una generación que ya se hundía, entre los oscuros y
despiadados, laberintos del olvido.-
Fue una persona, huraña, introvertida, de pocos pero buenos
amigos. Para nada amante de los reconocimientos y de las fiestas llenas de
protocolos y oropeles.-
No obstante, sus obras vieron numerosas ediciones, y fueron
traducidas a idiomas como: inglés, italiano, portugués y al yiddish.-
Recibió el Premio “Hans Christian Anderson” en 1970; un
Premio Rodó; otro de la
Trienal de Literatura, correspondiente a los años 1981-1983 y
en este último año, ocupó el sillón Dámaso Antonio Larrañaga de la Academia Nacional
de Letras. Dictó más de cien conferencias y colaboró con la prensa de Uruguay,
de Argentina y del Brasil.-
Un ávido lector. Un gran observador del entorno socio-económico
que le rodeaba. Y en Vergara además, escribió para los semanarios, fue empleado
de farmacia, bibliotecario del Club Centro Uruguay, músico de la banda de
Ipuche, en la década de 1920, y barítono, en el Coro “Orfeum” que en el año
1930, formaron los hermanos Jesús e Ignacio Santibáñez Lorenzo.-
Pero más allá de todo eso, hoy, me propongo rescatarlo en
una de las tantas anécdotas que protagonizara
y que muchas veces, siendo un niño, la oí contar por su entrañable amigo
y compañero de escuela, Ventura Robaina Moreno.-
Todo se desarrolló en una tardecita de octubre, a finales de
la década de 1940.-
Serafín ya estaba radicado en Montevideo y había venido a
Vergara a pasar unos días y a visitar a sus hermanos: María Esther y José (a)
“El Macaco”.-
Retornaban de pescar del “Paso de Piriz” en una “arañita”
tirada por un caballo, con Ventura y con Domingo Scarano. Dos amigos de siempre,
en las andanzas pueblerinas.-
El dilema, se planteó al llegar a la portera del campo de
doña Dionisia Pereira de Pintos (la madre de Juan Luis Pintos, quien fuera
Senador y Diputado colorado, por Treinta y Tres), con el camino que conducía al
“Paso de Piriz”.-
-Quién abría la misma?....
Ventura, como más campero que era y quien llevaba las
riendas del rodado, dijo en voz alta, para gastar una broma:- Ché “Machurita”…
bajate vos que venís del lao del estribo y abrís la portera….
El escritor, sin decir una palabra, echó pie a tierra, se
dirigió hasta la portera y accionando el “cambón”, la dejó libre para que
pasara el rodado.-
Pero ese no era el problema real.-
El problema real y acuciante, era como cerrarla y ahí,
estaba el manifiesto latente, de la ciencia campera….
Y en esa parte, hacía hincapié Ventura:- Pobre Machurita, lo
mirábamos con Domingo y él luchaba y luchaba por emparejar la portera y colocar
el “cambón”……Hasta que al fin se entregó y abandonó la carrera. Dejó portera y
“cambón” tiradas en el suelo….
Entonces, Ventura bajó del rodado y encaminó sus pasos hacia
donde venía Serafín. En el trayecto hacia la portera, cruzaron sombras y
miradas, bajo el mortecino sol de octubre. El escritor, cansado de la lucha con
la portera, levantó la cabeza y comentó con un dejo de nostalgia: - Mirá
canario!..cerrá vos que podés, esa portera….Yo nunca viá` prender a ser yeguero
!!!
(Artículo escrito el día 5 de junio del 2012).-
Texto: Jorge Muniz.-
Vergara, 29 de noviembre del 2016
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