De los
hechos curiosos que han ocurrido en Vergara y en este caso específico, que no es
para dejar de lado ni para sepultar en el olvido, está, el casamiento del
brasilero Mederos.-
Lamentablemente,
la memoria popular no registró su nombre. Amén de que era un riograndense, algo maduro, corpulento,
de buen porte, que se ocupaba de trabajar en el campo y especialmente en las
tropeadas de vacunos para “La
Tablada ”.-
Como toda
una generación signada por las guerras, los sacrificios y las leyendas, había
vivido la Revolución
de 1893 en Río Grande del Sur (Brasil). Justamente, disparándole a los
deguellos y a las tropelías que perpetraron tanto “chimangos” como “maragatos”,
se vino para este pago y aquí recaló para siempre.-
El hecho
que paso a relatar, ocurrió allá por 1915, cuando el Juzgado de Paz de la Segunda Sección Departamental
ya funcionaba en el pueblo y el Oficial del Registro Civil don Juan Pedro
Iriondo (hijo) se constituía en el primer y único caso de un Magistrado
soltero, que se conoce en esta Sección.-
Creíble o
no, el brasilero Mederos, casó con Herminda Piñeiro Victoria (hermana de
Antonio Rosendo y de Cristalino Alfredo), vistiendo chiripá de merino negro,
calzoncillo largo con botones en los puños (“As ceroulas”-para los “gaúchos
riograndenses”-) y botas de cuero, acordes con las circunstancias debidas.-
Para el
brasilero, que traía en las venas azuladas el sol augural de “Los Farrapos” con
sus lanzas, sus clarines y sus montoneras incansables, estos detalles en sí,
eran una insignificancia.-
Constituían
su herencia cultural. Una herencia, que era hija de un alarido guerrero. Que la
había parido una forja libertaria. Que aun cobraba vida y que se matizaba, en
las nacientes silenciosas de los horizontes azulados.-
Para el Sr.
Juez de Paz, para la novia, para los familiares y para los propios pobladores
del pago viejo, el atuendo del brasilero, llamaba un poco la atención, ya que
los paisanos, hacía mucho tiempo atrás que habían cambiado los chiripaes por
las bombachas de campo.-
Estas
prendas, solo se veían en los cuadros de Blanes o en la estampa viviente de “El
Teco” Alza, famoso carrero de esta región, que también usaba chiripá.-
Lo que no
quedan dudas es que Mederos, fue el último hombre que se casó en Vergara, vistiendo
esos legendarios atuendos de la génesis gauchesca.-
Su ética y
su delicadeza en el seno del hogar, lo distinguieron también como a tantos más
que vivieron ese siglo. La consideración, el respeto por los demás y por la
propia familia, eran ideales muy sagrados que se guardaban celosamente en el
cofre generoso de las almas.-
Tiempo
después, Herminda, su esposa que le daría una hija de nombre Nerea, contó en
una rueda de mate y tortas fritas, algo que sin dudas, lo pintaba de cuerpo
entero.-
Era de
noche y ella, se había acostado en el lecho matrimonial.-
El
brasilero, vino con igual fin.-
Se quitó la
camisa, puso la faca debajo de la almohada y cuando fue a sacarse el chiripá,
enganchó sin querer los calzoncillos, les dio un tirón para desarmar el
enredijo, pero fue peor y en ese caso, arrastró las prendas hasta las rodillas…..
Recostado a
la pared del rancho, tapándose con las manos “sus propias vergüenzas” musitó
con un hilo de voz, mientras el candil le cuerpeaba al puñal agorero de las sombras:-
Desculpa mulher…Que vou fazer…Se me foi com as ceroulas e tudo!!....
(Escuchado a Luis Larronda Fernández).-
(Escuchado a Luis Larronda Fernández).-
Texto:
Jorge Muniz.-
Vergara, 17
de noviembre del 2016.-
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